En una época del año en la que las grandes comidas y cenas se suceden con extraordinaria frecuencia es necesario prestar atención a los alimentos que consumimos, pues el abuso de algunos de ellos puede traernos desagradables sorpresas. Además, la mesura es fundamental para poder disfrutar de la gastronomía sin que la salud se resienta.
Uno de los principales elementos a tener en cuenta durante las fiestas navideñas es el colesterol. Se trata de una sustancia grasa que está presente de manera natural en nuestro organismo y es necesaria para su correcto funcionamiento. Una parte del colesterol se produce en el hígado y otra se obtiene a través de los alimentos.
HIPERCOLESTEROLEMIA, ENEMIGO INVISIBLE EN NAVIDAD
La Fundación Española del Corazón indica que el nivel normal es de menos de 200 miligramos de colesterol por decilitro de sangre. Entre 200 y 240 mg/dl se entiende que el colesterol es normal/alto y está claramente alto cuando supera los 240 mg/dl.
“Cuando las células son incapaces de absorber todo el colesterol que circula por la sangre,
el sobrante se deposita en las paredes de las arterias y contribuye a su progresivo estrechamiento, originando arterosclerosis”, expone la Fundación Española del Corazón.
“Está demostrado que las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellas con cifras de 200”, añade esta entidad.
En este sentido, Lorenzo Silva, secretario general de la Fundación Española del Corazón señala: “Durante las fiestas navideñas se produce un cambio de hábitos muy significativo.
Estos cambios transitorios hacen que los niveles de colesterol fluctúen y que puedan incrementarse hasta en un 10%. Es difícil objetivar dónde se encuentra el colesterol y percibir de una manera tangible estos aumentos, por ello consideramos que la hipercolesterolemia es el enemigo invisible de la Navidad”, apunta.
Entre los alimentos con un elevado contenido en colesterol se encuentran las vísceras, como los sesos o el hígado; los embutidos; la bollería industrial; las carnes rojas; los quesos curados; la mantequilla; la nata y los helados, entre otros. Esto no implica que dichos alimentos deban excluirse, pero no deben consumirse con mucha frecuencia.
“En caso de aumento de los niveles de colesterol durante las fiestas, es importante abordar la situación como prioridad del nuevo año, retomando los hábitos de vida saludables con sentido común y evitando los alimentos y comidas con altos contenidos en grasas”, recomienda el doctor Silva.
ÁCIDO ÚRICO Y GOTA
Las personas con niveles elevados de ácido úrico en sangre deben prestar especial atención a lo que comen. El ácido úrico es un producto de desecho que se forma cuando el organismo descompone unas sustancias, denominadas purinas, que se encuentran en algunos alimentos y bebidas.
Un exceso de ácido úrico en la sangre de manera prolongada puede dar lugar a la gota, una enfermedad que se produce por la formación de cristales de una sal del ácido úrico (urato de sodio) en los tejidos, sobre todo en las articulaciones.
A las personas con niveles elevados de ácido úrico, la reumatóloga María Ahijón les aconseja realizar entre tres y cinco comidas al día para evitar periodos prolongados de ayuno, ingerir agua en abundancia y llevar una dieta baja en purinas.
En este sentido, la especialista recomienda “disminuir el consumo de carnes rojas y vísceras, así como evitar las bebidas alcohólicas, especialmente la cerveza”.
La doctora Ahijón precisa que, dentro de los alimentos proteicos, los huevos son los más pobres en purinas y aconseja elegir pollo o pavo antes que otras carnes.
“Algunos de los alimentos permitidos que no aumentan los niveles de ácido úrico son los productos integrales, los refrescos light, los aceites vegetales, el pescado azul, la leche y sus derivados o las legumbres”, expone.
Asimismo, en esta época de tanta abundancia de comida, es necesario controlar cuánta
sal se consume. Aquí, debemos tener en cuenta, no sólo la sal que añadimos al plato con el salero, sino también la que contienen los alimentos.
“La sal puede provenir de alimentos elaborados, ya sea porque son particularmente ricos en sal, como los platos preparados; las carnes procesadas, como el tocino o el jamón; los quesos; o los tentempiés salados, entre otros; o bien porque suelen consumirse en grandes cantidades, por ejemplo el pan y los productos de cereales elaborados. También se añade sal a los alimentos durante la cocción o bien en la mesa (salsa de soja, sal de mesa, etc.)”, aclaran desde la Organización Mundial de la Salud.
“Conviene saber que el gusto por el sabor salado es adquirido, es decir, educable. Por lo tanto, si reducimos la ingesta de sal, poco a poco conseguiremos inclinarnos hacia sabores menos salados”, indica Eva Gosenje, miembro del comité científico de la Academia Española de Nutrición y Dietética.
La nutricionista comenta que utilizar especias para cocinar “es una de las estrategias que
se recomiendan para reducir la cantidad de sal que echamos para dar sabor a los alimentos”.
La recomendación de la OMS para los adultos es que consuman menos de cinco gramos de sal al día, es decir, un poco menos que una cuchara de té.
“Un consumo de sal inferior a cinco gramos diarios en el adulto contribuye a disminuir la
tensión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio”, manifiesta esta entidad.
No obstante, subraya que la mayoría de las personas toma demasiada sal, de nueve a doce gramos por día en promedio.
¡OJO CON EL AZÚCAR!
Además de la sal, también debemos moderar el consumo de azúcar. Por lo general, somos conscientes del azúcar que le añadimos al café o a las infusiones, por ejemplo, pero no tanto del que contienen los alimentos que consumimos.
En Navidad abundan los chocolates, los turrones, los mazapanes y otros dulces con un alto contenido en azúcar. Esto no quiere decir que tengamos que prescindir de ellos por completo, pero sí debemos moderar su ingesta.
Según explica la OMS, los alimentos y bebidas ricos en azúcar “nos aportan un exceso de calorías que contribuye al aumento de peso, lo que puede dar lugar a sobrepeso y obesidad. Asimismo, el consumo de azúcar incrementa el riesgo de caries dental”.
Además, en las fiestas navideñas el alcohol está presente en casi todos los hogares y no es raro, entre brindis y brindis, beber algo más de lo que sería aconsejable.
En este sentido, los especialistas de los Laboratorios Normon precisan que un buen hábito es no beber con el estómago vacío e intentar disminuir el consumo de bebidas de alta graduación.
“El vino y la cerveza pueden ser una buena opción, si bien hay bebidas cero alcohol con las que podemos pasar un buen rato, ya que para divertirse no es necesario el alcohol”, subrayan.
“Otro buen consejo es no mezclar diferentes tipos y graduaciones de bebidas espirituosas, pues los efectos del alcohol en el organismo se potencian y pueden llegar a ser muy perjudiciales para nuestra salud y bienestar”, afirman.
Por lo tanto, en estas fechas de reuniones sociales y sobreabundancia de comida y bebida, la moderación y el sentido común son fundamentales para disfrutar de las celebraciones navideñas con bienestar y salud.