Niñas y niños migrantes centroamericanos ejercen el sexoservicio y aparentan vender solamente dulces.
Más de la mitad de los menores migrantes (53 por ciento) viaja sin el acompañamiento de un padre, tutor o adulto, y de éstos, dos de cada diez niños se encuentran en el rango de los 0 a los 11 años de edad.
Así se desprende de un informe del Instituto Nacional de Migración de México (INM), que indica que en los primeros cinco meses de este año, este organismo aseguró en territorio nacional a ocho mil niños migrantes que tenían como destino Estados Unidos, de los cuales cuatro mil 230 (53 por ciento) viajaban solos. De éstos, tres mil 525 tenían entre 12 y 17 años, y 705, entre 0 y 11 años de edad (20 por ciento).
De acuerdo con las cifras oficiales, se trata de 53 niños presentados ante las autoridades migratorias diariamente. La cifra representa un aumento de 100 por ciento en relación con 2013, cuando se aseguró en promedio a 26 niños diarios para un total de nueve mil 727 menores migrantes presentados durante los 12 meses del año pasado.
Los menores asegurados por el INM sólo representan una parte de los miles de niños (acompañados o no) que cruzan cada año los 956 kilómetros de frontera entre México y Guatemala, la mayor parte por zonas selváticas, donde existen un centenar de pasos oficiales pero también clandestinos.
Cifras de la patrulla fronteriza señal que en 2013, 20 mil 805 niños migrantes mexicanos y centroamericanos fueron detenidos en territorio estadounidense.
El precio del norte
La pesadilla del sueño americano para los niños centroamericanos que viajan sin acompañantes adultos rumbo a Estados Unidos inicia a 39 kilómetros de la frontera entre Guatemala y México, muy lejos de Estados Unidos.
Ya sea de aventón o pagando un transporte colectivo, los pequeños llegan a Tapachula (Chiapas, México), el segundo punto obligado por el que transitan los migrantes procedentes de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.
Al llegar a la ciudad, los niños centroamericanos hacen un alto en el camino para conseguir un poco de dinero para poder seguir su travesía rumbo al norte.
Aquí es donde los menores de edad se convierten en víctimas de trata, ya que enganchadores los obligan a ejercer la prostitución bajo la amenaza de reportarlos con las autoridades de migración.
Niñas y niños centroamericanos se convierten en trabajadores sexuales por 200 o 300 pesos, y aparentan vender solamente dulces en el parque central Miguel Hidalgo, frente al Palacio Municipal de Tapachula.
Después de varios meses y mucho sufrimiento, algunos pequeños centroamericanos que trabajaron como “canguritos” (nombre que reciben porque llevan colgando a la altura del estómago un cajón con golosinas y cigarros), logran retomar su camino hacia territorio estadounidense y otros más se quedan en Tapachula, presos de la prostitución y las adicciones porque se vuelven dependientes de drogas inhalantes.
Para los que siguen adelante, el viaje continúa por tierra a la cabecera municipal de Arriaga (Chiapas), donde el tren conocido como La Bestia los trasladará hasta los linderos con Estados Unidos, en un recorrido de aproximadamente 25 días, lleno de peligros, como asaltos, violaciones y el riesgo de un descarrilamiento.
Los niños no acompañados, que querían escapar de la violencia y la falta de oportunidades en sus países,terminan estrellándose de frente con un muro de abuso e indolencia en territorio mexicano.