Desde hace mucho tiempo que este periódico ha sido un crítico de la conducta de los partidos políticos tradicionales, porque son los principales promotores de la violencia estructural y la desigualdad social y económica entre los diferentes sectores que conforman la vida nacional.
Los partidos tradicionales son los principales protagonistas del combate al avance institucional y de la decencia que debe primar en la vida pública y privada de la nación.
Hoy se puede asegurar que tenemos un Estado totalmente contaminado, cuyo fenómeno va desde el Poder Legislativo, hasta el Ejecutivo y el Judicial, lo cual se constituye en una amenaza para el estado de derecho y la democracia.
Un hecho que debe servir de punto de referencia fue el asesinato del ministro de Medio Ambiente, Orlando Jorge Mera, el cual cualquier persona puede atribuir a un fenómeno individual, pero éste en realidad es fruto de un cuadro social y político que no es para menos.
Un cuadro de violencia asociado a los tantos engaños, a las frustraciones de la gente, al alto costo de la vida, a la falta de empleo y a una multiplicidad de factores que llevan al ciudadano a exhibir un nivel de irracionalidad realmente preocupante.
Obsérvese, que el crimen proviene de una persona de su entorno familiar, pero sobre todo de la misma parcela política, lo cual indica que los partidos tradicionales deben plantearse iniciar un proceso de formación de sus miembros en valores cívicos, democráticos y en vocación de servicio.
Con la muerte de Orlando queda claro que los partidos políticos tradicionales son la gran desgracia nacional, porque no escatiman esfuerzos para promover privilegios y prebendas a favor de determinados grupos de la sociedad, algunos de los cuales vinculados al bajo mundo.
En este hecho que ha conmovido a todo el país no sólo debe verse como el resultado de la actitud violenta y la avaricia del asesino, sino también por el poco compromiso de los partidos con los mejores intereses nacionales.
Es verdad que nadie es responsable de los hechos comete una persona de forma individual, pero el peligro de lo ocurrido es que cada día se observa que la gente de este partido se ve involucrada en una serie de hechos bochornosos como resultado de que han sido formados para servirse, no para servir.
La violencia promovida por los propios partidos tradicionales ha implosionado y sus consecuencias dañan toda la sociedad, porque otro ejemplo a tomarse en cuenta en este contexto es lo ocurrido en Santiago Rodríguez con otro bárbaro que lleva alrededor de siete hechos de violencia y todavía ocupa una posición en el Gobierno, todo por el apoyo que le proporciona el Partido Revolucionario Moderno (PRM) de esa jurisdicción.