Los partidos de la izquierda dominicana no logran calar en la sociedad dominicana en virtud de que ellos han construido su propio futuro.
Estas organizaciones, cuya presencia en el escenario nacional fue más notable en las décadas de los 70 y los 80, no saben jugar a las altas políticas y carecen de las condiciones para lograr estar presentes en el corazón de la gente.
Las izquierdas de la República Dominicana lucen más disminuidas y menos calificadas, fruto de que no han sabido ponerse por encima de las pequeñeces para apelar a propósitos macros.
Es un descrecimiento cualitativo y cuantitativo y en consecuencia no les ha quedado más remedio que convertirse en bisagras de los que siempre han sido sus enemigos.
Pero tal vez lo que debía decirse es que los partidos de la izquierda decidieron escoger el camino más degradante de la política, el chisme, la envidia y el egoísmo, por lo que ninguna sede aún sea en favor de una causa que sea saludable para el país.
Estas reflexiones son el resultado de que los partidos de la llamada izquierda llegan a la gran crisis en todos los sentidos de la sociedad dominicana sin una respuesta, carente de propuestas de calidad para sacar el país del tollo en que lo han metido los llamados partidos tradicionales.
De todos los que tienen reales posibilidades de llegar al poder, está el Partido Revolucionario Moderno (PRM), un verdadero ejemplo de improvisación y falta de un liderazgo sólido e impactante, pero grande en términos de miembros o de masas.
El cuadro que presenta la izquierda de la República Dominicana lleva a cualquiera con conocimientos rústicos de la política a sostener que «no sacan una gata a mear», como dice una famosa expresión popular.
La República Dominicana está inmersa en una crisis que cada día se hace mas profunda, que va desde lo económico, lo político, lo social y peor aún a lo ético y moral, porque el Partido de la Liberación Dominicana es tal vez y sin tal vez uno de los mejores ejemplos de robo del patrimonio público y una consecuente degradación de la dignidad de la gente.
Esa vocación delincuencial del PLD ha impactado a toda la sociedad, desde la salud, la educación y la justicia hasta lo menos que cualquiera se pueda imaginar en los sectores publico y privado del país, pero algo que llama poderosamente a la atención es la indiferencia que prevalece en los amplios sectores de la vida nacional.
Es como si la sociedad estuviera hipnotizada, pasmada en su propio fracaso, sin posibilidades a una respuesta inmediata a lo que parece ser la disolución de la misma y peor aun sin instituciones, aunque sea a nivel privado, que apuesten a la regeneración nacional.
Es un cuadro complicado y feo y peor aún podría decirse sin actores que tengan la incidencia y la fortaleza moral para contrarrestar lo que muy bien podría llamarse una tragedia nacional.