Los gobiernos que hemos tenido históricamente en la República Dominicana no han tenido forma de hacer las cosas bien hechas.
Esto así, porque los miembros de los partidos que controlan el Estado no han sido formados para manejar con eficiencia y ética la administración pública.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM) no es la excepción, porque la única forma de explicar por qué se cuelan como candidatos personas deportadas de los Estados Unidos por narcotráfico o por cualquier otra causa de ilegalidad, es el hecho de que en esta organización sus miembros no han sido formados para servir, sino para servirse y en el mismo entra todo el mundo sin el menor tropiezo, sobre todo si se tiene dinero para repartir.
Naturalmente, las consecuencias de esa falta de formación de los miembros de prácticamente todos los partidos políticos las tiene que sufrir el pueblo dominicano.
En la actualidad hay mucho de simulación de una seriedad que no existe en la realidad, pero que es una forma de ganar capital político sobre la base de la manipulación y de la mentira.
Si realmente en el PRM existiera una verdadera vocación de manejar con transparencia y ética el Estado hubiera estado dotado de mecanismo para evitar que delincuentes consumados sean hoy senadores y diputados por esa organización política.
Pero quién puede negar que lo propio ocurre con las demás partidos, como por ejemplo el de la Liberación Dominicana, la Fuerza del Pueblo, entre otras fuerzas políticas que monopolizan el escenario nacional.
Además, es importante dejar claro que si el presidente toleró y promovió que personas sin ningún apegamiento al comportamiento ético sean figuras importantes de la administración pública, ahora no se puede simular una moral que en el fondo nunca ha existido y que por esa razón son muchos los problemas que todavía faltan por verse.
Naturalmente, se debe admitir que ahora el país está mucho mejor que cuando la pasada administración de Danilo Medina, pero la nueva realidad es el resultado del empoderamiento ciudadano, lo cual parece que podría ocurrir no importa quien llegue a la dirección del Estado dominicano.
Es importante recordar que no se le puede pedir peras al olmo.