La clase política nacional vive de la mentira y del engaño al votante, porque en tiempo de campaña y de cuando se está en la oposición muchas veces se plantean cosas hermosas, pero al final de la jornada todo resulta al revés.
Este comportamiento es de prácticamente todos los partidos que actúan en el escenario nacional, de la derecha y de la izquierda.
No creen en la palabra empeñada y es como si cuando ellos llegan al poder se olvidaran que la vida es transitoria y que su palabra y su compromiso social debe pesar más que todo.
Se ciegan con el poder y generalmente no ven más allá del escritorito del carguito que ocupan en la administración pública.
Se les olvida lo prometido e incluso no responden llamadas a sus amigos, a aquellos que les ayudaron a que alcanzaran el control del Estado.
Es como si nada importara, son verdaderos rufianes de la política y de la conducta social.
Esto, que marca tan feamente a los políticos dominicanos, es lo que molesta del Partido Revolucionario Moderno (PRM), el cual logra sacar del poder a otro igual o peor como lo es el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), pero le ha servido de poco esa experiencia para que se vea en ese espejo.
Ahora los perremeistas hacen exactamente lo mismo que le enrostraron al peledeista y no les entran ni los tiros de pistolas, por decirlo de alguna manera.
Por esta razón este medio ha querido resaltar las incoherencias que se producen en el PRM, cuya mayoría de sus miembros carecen de una formación humanista y ahí está explicada su conducta.
Con estas denuncias de las incoherencias del PRM no se quiere decir que se saque de ese comportamiento a los demás partidos, los cuales son la negación de la negación de una buena obra política.
Es un asunto sumamente grave que tiene que ver con lo que pasa en la sociedad dominicana, donde los valores son cosas del pasado.
Este periódico está muy claro de que ese comportamiento no se le puede permitir al PRM, pero igual tiene que ocurrir con todos los falsantes que van a la política a estafar, a engañar a la ciudadanía.
Siempre hemos dicho que el presidente Luis Abinader proyecta la imagen de que tiene buenas intenciones, a menos de que no sea parte de la simulación y de la doble moral, pero hay acciones y medidas que dejan medianamente bien parado al mandatario.
Sin embargo, hay muchas disposiciones presidenciales que arrojan muchas dudas en torno a sus reales buenas intenciones con el pueblo dominicano.
De cualquier modo, este medio de comunicación continuará su tarea de denunciar a todo aquel que dice una cosa cuando está en la oposición y otra exactamente contraria cuando se encarama en la cima del poder.
Es una prueba fehaciente de que todo es parte del jueguito que define la expresión popular de quítate tú, pa ponerme yo.