¿Cuál es peor, la derecha o la izquierda?

Sólo aquel que no tiene familia puede hacerse de la vista gorda ante la conducta de la partidocracia y de la llamada izquierda nacional.

Ambas corrientes, la izquierda y la derecha, son una especie de desgracia nacional que muy difícilmente puedan ya presentar un proyecto de nación creíble.

La derecha porque ya no puede sumergir a los dominicanos en un pantano peor y la izquierda porque representa incapacidad, indisciplina y hasta deshonestidad.

La penoso de esto es que muy difícilmente en el país pueda surgir un Chapulín Colorado que con su astucia pueda erradicar el mal de fondo que arrastramos.

La derecha es una verdadera vergüenza nacional y la izquierda está formada por gente que no merece otro calificativo que de personajes descarrilados que están apegados un pensamiento social y político hipócrita y que no hay  forma de que rectifique sus viejos errores.

Las elecciones se acercan y mientras la falsedad y la hipocresía de los partidos tradicionales, dígase PLD,PRM, PRSC, FP y PRD, es una expresión de la desvergüenza nacional, los que dicen ser de izquierda no tienen otra forma de enfrentar la situación que aliarse de estos malos para acabar con la parte buena de la sociedad dominicana.

Sólo el que no tiene la visión necesaria para ver la grave amenaza que se cierne sobre el país, cuyos problemas se prolongan y profundizan cada día, pueden no preocuparse por el derrotero que lleva la nación, dado que los vividores de la política exponen sus rostros por la televisión con proyectos que da la impresión de que quieren cambiar el país, cuando la realidad dice que es todo lo contrario.

Son expertos de la mentira y  la simulación, tanto uno como otro, vale decir la derecha y la izquierda, las cuales representan un cáncer nacional que puede llevar al país por el  camino de la muerte del cuerpo social dominicano.

Sin embargo, las esperanzas tienen que renovarse a través de aquellos dominicanos que no son de una o de la otra corriente, sino ciudadanos que están por encima del partidarismo asqueante que se come la nación, porque les duele el país.

El momento es oportuno para llamarle al pan, pan y al vino, vino.