DESGASTADOS POR LAS CONSECUENCIAS DE LOS DESASTRES NATURALES, ESCÁNDALOS SEXUALES Y LAS SECUELAS DEL CÓLERA
Brasil, Chile y Uruguay, los países latinoamericanos que lideran a los cascos azules en Haití, se preparan para sacar a sus tropas de ese país cuando se cumplen 13 años de misión, desgastados por las consecuencias de los desastres naturales, escándalos sexuales y las secuelas del cólera.
«Fuera tropas de Haití», se puede leer en un muro frente al palacio legislativo de Uruguay, un recordatorio del acalorado debate que sostienen sobre el tema los parlamentarios uruguayos, que prevén tomar una decisión en abril sobre el retiro de sus más de 250 soldados desplegados en el país caribeño.
«El 15 de abril estaremos en condiciones de hacer el regreso», anunció Jorge Menéndez, ministro de Defensa de Uruguay, en diciembre.
Sin embargo para Gonzalo Novales Mayol, presidente de la comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados uruguaya, Haití no está listo para quedarse solo.
«Creo que habría que hacerlo paulatinamente a efecto de que pronto el país hermano de Haití logre consolidar una democracia», dijo a la AFP Novales Mayor, del opositor Partido Nacional.
Jovenel Moïse asumió la presidencia de Haití en febrero, tras una larga crisis que comenzó con la anulación de las elecciones en 2015 y pasó también por su postergación un año después, a causa de los daños provocados por el huracán Matthew.
Chile también anunció la partida de sus casi 350 soldados de Haití, el país más pobre de América Latina y el Caribe.
«Es momento de concluir la participación de los efectivos militares que están en la Minustah (Misión de la ONU para la estabilización de Haití)», dijo hace un mes Marcos Robledo, ministro de Defensa chileno.
La decisión de retirar a los militares de la primera misión de paz en América Latina liderada por países de la región tendrá que ser ratificada por los congresos nacionales.
– Fuente de tensión –
La ONU arribó a Haití en 1990 con una misión de observación en las primeras elecciones de ese país, ganadas por Jean Bertrand Aristide, derrocado por un golpe militar al año siguiente.
La misión fue evolucionando hasta llegar a la Minustah, en 2004, una operación de fuerzas de paz que, según expertos, llegó a tener hasta 20.000 militares en el terreno.
Haití ha sufrido una andanada de calamidades. Un terremoto en 2010 provocó la muerte de 220.000 personas, incluido el jefe de la misión y muchos cascos azules. Al sismo lo siguió una epidemia de cólera que ha provocado más de 9.000 fallecidos y en octubre del año pasado el huracán Matthew causó 550 víctimas mortales.
La imagen de la misión de la ONU se vio empañada por el contagio del cólera, que soldados nepalíes introdujeron al país tras el terremoto, así como por denuncias de cientos de mujeres haitianas que aseguraron en 2015 haber mantenido relaciones sexuales con cascos azules a cambio de servicios o de bienes materiales.
«Si uno mira el punto de vista de las ONG en América Latina» que denuncian los abusos de los cascos azules y «la falta de interés de los gobiernos de la región, uno diría que llegó el momento de que la Minustah se retire», dijo a la AFP Juan Battaleme, experto en seguridad regional y director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Universidad Argentina de la Empresa.
El experto considera que los cascos azules se han convertido en una «fuente de tensión en Haití», sin generar mejores condiciones de seguridad.
La misión en Haití figura entre las cuatro con más denuncias de casos de abuso sexual en el mundo, según la ONU, que ha planteado nombrar a un defensor de los derechos de las víctimas.
Después de que Estados Unidos anunciara que recortará la ayuda económica a Naciones Unidas, el secretario general de la organización, Antonio Guterres, propuso en un documento poner fin a la Minustah con la salida a más tardar en octubre de los 2.370 militares que actualmente están en Haití y su sustitución por unos 295 policías.