El papa Francisco tenía previsto viajar el viernes a una zona que estuvo asediada por rebeldes izquierdistas, para orar por las víctimas del largo conflicto colombiano y pedirles que superen su dolor perdonando a sus antiguos agresores.
El momento más señalado de su visita a la ciudad central Villavicencio sería lo que el Vaticano describió como una gran reunión de oración por la reconciliación nacional. Se esperaba que fuera un encuentro muy emotivo para Francisco, que ha hecho de la reconciliación el tema central de su viaje de cinco días a Colombia. El pontífice prometió el año pasado visitar el país cuando se firmó el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Estaba previsto que miles de víctimas de toca clase acudieran al acto: soldados que sufrieron mutilaciones cuando retiraban minas terrestres, madres que vieron a sus hijos reclutados a la fuerza por los rebeldes para no volver jamás y campesinos expulsados de sus tierras por grupos paramilitares de derechas.
También se esperaba que asistieran antiguos rebeldes, aunque ni el Vaticano ni los organizadores en Colombia dijeron si los líderes de las FARC estarían allí o se reunirían siquiera con el pontífice durante su visita, en un reflejo de lo recientes que son las heridas del conflicto y lo sensible que resulta cualquier aparición pública de los exguerrilleros, aún detestados por amplios sectores de la población.
Entre los asistentes estaría Lucrecia Valencia, que perdió a su esposo y su hijo, además del brazo derecho y la pierna izquierda, cuando buscaban leña cerca de su casa. Su pueblo pasó años castigado por la violencia y ella dijo que quiere que el mundo sepa que la paz en Colombia es frágil.
Valencia señaló que es probable que la mina terrestre que trastocó su vida en 2009 fuera colocada por otro grupo rebelde, el Ejército de Liberación Nacional, que sigue activo en muchas partes del país.
Estamos hartos de esa gente, dijo la mujer, de 40 años. Yo soy una mujer de buen corazón, no tengo nada que reclamar. Solo quisiera decirles que no queremos más guerra.
Presidiendo el evento habría una estatua mutilada de Cristo rescatada de una iglesia bombardeada hace 15 años, quizá el más poderoso recordatorio de la violencia política sin sentido que dejó más de 250.000 muertos y millones de desplazados. Varios residentes afrocolombianos de la empobrecida ciudad de Bojaya viajaron durante días en bote, avión y autobús para llevar la modesta escultura de escayola a Villavicencio para que el papa pudiera bendecirla.
La estatua procede de una iglesia destruida por un mortero de las FARC cuando 300 personas se habían refugiado en el interior, durante tres días de combates entre rebeldes, ejército y paramilitares. Al menos 79 personas murieron y 100 resultaron heridas en el ataque de 2002.
Hoy, la pequeña localidad es un modelo de reconciliación que votó por abrumadora mayoría a favor del plan de paz del presidente, Juan Manuel Santos, e incluso dio el poco habitual paso de dar la bienvenida a las FARC, cuyos líderes han visitado dos veces la población para pedir perdón y desarrollar proyectos en beneficio de la comunidad.
Antes, en una misa en Villavicencio, Francisco beatificará a dos sacerdotes muy asociados al conflicto colombiano. El papa dijo que fueron asesinados por odio a su fe.
El reverendo Pedro Ramírez fue asesinado en los turbulentos días tras el asesinato en 1948 del líder izquierdista Jorge Eliécer Gatián, un asesinato que marcó el inicio del descenso de Colombia en la violencia política, que terminó llevando a que campesinos pobres excluidos por un sistema político dirigido por élites se hicieran a las armas.
Los sacerdotes en la localidad de Armero, en el centro de Colombia, dijeron que a Ramírez fue sacado a rastras de la iglesia, desnudado y atacado con machetes por una turba de seguidores enfurecidos de Gaitán que acusaron al reverendo de proteger a sus enemigos terratenientes conservadores.
El obispo Jesús Jaramillo, por su parte, murió en 1989 en la ciudad oriental de Arauca baleado por rebeldes del ELN, con los que chocó por motivos teológicos. El ELN fue fundado por sacerdotes y estudiantes de seminario inspirados por la teología de la liberación, que buscaba identificar la Iglesia con los pobres y excluidos, y vieron en el conservador pero carismático Jaramillo un posible rival en la influencia sobre los campesinos y trabajadores de la región.
Villavicencio es también un lugar elegido para reflexionar sobre otra de las preocupaciones del papa durante su estancia en Colombia: el medioambiente.
Situada al borde del bosque amazónico, la zona antes rural se vio transformada por un boom económico cuando el declive del conflicto y un aumento en los precios de las materias primas atrajeron el interés de empresas petroleras y multinacionales agrícolas a zonas antes vedadas. Con la paz, se espera que la transformación de terrenos se intensifique, poniendo aún más presión sobre el delicado entorno colombiano, uno de los más diversos del mundo y que tiene más especies de aves que ningún otro país.
Francisco, que ha advertido contra el sistema económico estructuralmente perverso que convierte la Tierra en una inmensa pila de basura, plantará un árbol antes de irse ante la cruz de reconciliación como signo de nueva vida, un gesto que aún el medioambiente y el tema principal de su peregrinaje a Colombia.