El senado de la República culminó este martes con la escogencia de la nueva Cámara de Cuentas, cuyos seleccionados para satisfacer a amplios sectores de la vida nacional no tienen ninguna militancia político-partidista.
Todo el mundo sabe que los partidos políticos son los responsables de corromperlo todo, absolutamente todo.
El flagelo de la corrupción es el resultado del comportamiento de la clase política nacional, cuyos miembros sólo piensan en sus intereses personales y de grupo.
De esa fiesta de la corrupción no se puede sacar a ninguno de los partidos políticos, incluidos los pequeños, tanto de izquierda como de la derecha.
Por ello, una inmensa mayoría de los dominicanos ve con buenos ojos que la escogencia de los cinco nuevos miembros de la Cámara de Cuentas no provenga del sistema de partidos y que en consecuencia los que se dedican a la malversación de fondos públicos ya no cuenten con padrinos en el órgano encargado de supervisarlos y fiscalizarlos.
De manera, que la selección de personas independientes se constituye en una garantía de por lo menos avanzar por el camino de la institucionalidad democrática.
Naturalmente, todavía no se puede cantar victoria en un país donde la corrupción ya se ha vuelto una cultura y en una nación donde una institución corrompida del Estado impacta a la otra.
Sin embargo, en los actuales momentos todo el mundo está esperanzado de que el país tenga mejor suerte y que los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas honren la responsabilidad que la sociedad les ha encomendado.
Este logro, porque no merece ser calificado de otra forma, es el producto de la observancia que mantiene el ciudadano sobre el comportamiento de los que ocupan posiciones públicas.
Corrió como reguero de pólvora el hecho de que sectores oscuros buscaban componendas para la escogencia de personas no idóneas como miembros de la Cámara de Cuentas como una forma de promover impunidad.
Pero por suerte prevaleció la sensatez de los que quieren un mejor país y ahora sólo falta ver que ocurre con estos nuevos funcionarios públicos.
Desde ya pasa a un segundo capítulo la delicada situación que envolvía la Cámara de Cuentas de la República Dominicana como resultado de que la misma se convirtió en un nido de complicidades con lo mal hecho.
Ya veremos!