Vehículo Daihatsu Sirion, en el que fue interceptado Sosa ayer tarde a las 5:46 en la avenida 27 de Febrero por dos agentes que lo macutearon con mil pesos
Como es hoy día, en una avenida muy transitada como la 27 de Febrero, una patrulla policial motorizada realiza un macuteo contra un conductor que es mandado a pararse a la derecha porque supuestamente está usando incorrectamente las luces direccionales. ¿Qué puede hacer un ciudadano que va, presionado por el tiempo, a cumplir un compromiso en la Universidad de la Tercera Edad, cuando dos agentes policiales, sin autorización para regular el tránsito -labor para la cual existe Autoridad Metropolitana del Transporte (Amet), un ciudadano que no está violando la ley, que no está en flagrante delito, y dos policías armados le interceptan porque le toco la imaginaria lotería para “buscar lo suyo”?
Normalmente, tras las preguntas para atemorizarle, y la declaratoria que no “hay para la cena”, se le dan 100 o 200 pesos, y se sigue el camino. Y olvidado el asunto.
En nuestro caso, quisimos seguir el juego hasta el final. Y nos dejamos llevar hasta pasarle mil pesos al que tenía el control de la situación, hablándome de pie por la ventanilla del conductor.
¿Cómo fue?
La experiencia fue vivida ayer a las 5:46 minutos de la tarde en la avenida 27 de Febrero casi esquina Defilló, antes de bajar por el túnel, en el carro Daihatsu Sirion, modelo 2009, rojo.
Por la ventanilla del pasajero se acerca un motor de blanco de alto cilindraje con dos policías que indican que debo salir para parquearme. Hago caso al llamado. Se trata de dos agentes debidamente uniformados (no tenían placa con número, pero… uniformados, y a plena luz del día en una vía como esa.
Me detengo en espera de los agentes. Se bajan del motor y se colocan uno en cada ventanilla delantera. Me habla el conductor del motor: “Usted está usando mal las direccionales” (?). Me revisa el cristal para ver si tengo la revista 2013. La tengo. “Deme los documentos de ese vehículo”. Se los paso. Todo en orden. ¿Porta armas de fuego?”, a lo que respondo que no.
“Usted venía haciéndolo mal porque entró al carril del túnel sin poner direccionales”, seguía diciendo en un tono muy militar y lo que no era cierto.
Al final de sus intervenciones, detenido ya por cinco minutos, cogiéndolo con calma, le digo que somos periodista de El Nacional, con la intención de que comprendan nuestra urgencia y termináramos el asunto.
La propuesta no pudo ser otra: “Lo que pasa, jefe, es que tenemos que ayudarnos. Y la cena está dura”.
No podía ser más claro. Estaba macuteando. Y frente a la posibilidad de retrasarme o mantener una situación irritante y abusiva, decidimos salir del paso. En la cartera dos papeletas: una de cincuenta (que no alcanza para “la cena”) y otra de mil.
Le pasamos los mil por la ventanilla, Mano rauda que lo toma con rapidez del rayo y lo lleva al bolsillo. Y nos desea buen viaje.
Los dos agentes montan a su motor y doblan para no pasarnos por el lado por temor a alguna cámara de celular que ya estaba lista para registrarlos.
La querella
Decidimos jugar su juego y proceder como casi nadie lo hace. Pese a las advertencias de los familiares (Deja eso así. Esa gente no es fácil) pero entendemos que hay que proceder con los mecanismos que hay disponibles.
Estamos presentando la querella ante la Policía para que el hecho sea investigado y sancionado. Nos estamos poniendo a disposición (en vista de que no tenían placas o nombres visibles, ni dejaron ver la placa del motor, para reconocer a los agentes y así colaborar con el jefe de la Policía, mayor general Manuel Castro Castillo, quien hoy día proclama que desea terminar con esa práctica ilegal del macuteo a ciudadanos y ciudadanas.
Desde luego, que nuestra seguridad queda bajo responsabilidad de quienes deban ofrecerla. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara.
Elnacional.com