PRETORIA.-Una estatua gigante de Nelson Mandela con los brazos abiertos en señal de conciliación y una amplia sonrisa fue inaugurada este lunes frente a la sede del Gobierno sudafricano en Pretoria, un día después del entierro del icono de la lucha contra el apartheid.
Durante su inauguración ante el Union Buildings, el presidente sudafricano, Jacob Zuma, pulsó un control remoto que no funcionó, por lo que unos trabajadores tuvieron que retirar a mano la tela que cubría la estatua, desvelando a un Mandela de 4,5 toneladas de bronce y nueve metros de altura.
Los autores de la estatua son los sudafricanos Andre Prinsloo y Ruhan Janse van Vuuren.
La escultura costó 8 millones de rands (800.000 dólares, 564.000 euros), y ha sido presentada como la más grande de Mandela.
En la inauguración estaban presentes varios mandatarios, entre ellos el expresidente Thabo Mbeki, que recibieron con aplausos la estatua y que formaron una fila para tomarse fotos con ella.
Zuma explicó que la postura de Mandela “denota que Sudáfrica ahora es un país democrático, abraza a toda la nación, y nos invita a unirnos”, a diferencia de otras estatuas de Mandela, que suelen mostrarlo con el puño en alto.
Esta nueva estatua remplaza a otra de Barry Hertzog, fundador del partido que instauró el apartheid.
La presentación estaba prevista desde hacía tiempo, pero coincidió con el centenario, en noviembre, del Union Buildings, donde muchos jefes de Estado del apartheid firmaron muchas de las leyes raciales contra las que Mandela pasó años combatiendo.
Pero sobre todo, la inauguración coincide con el 16 de diciembre, cuando Sudáfrica celebra el “Día de la Reconciliación“.
También acudieron cientos de anónimos, como Erna Laubscher, una afrikaner, descendiente de colonos blancos, que acudió con su hermana para “comulgar con el resto de la población y festejar la libertad con ellos”.
Por su parte, Sizakele y Thebiso Dlamini, una pareja de recién casados, acudieron para ser testigos de un momento histórico: “Queremos poder decir a nuestros hijos que estábamos en la presentación de la estatua”, contó la joven esposa, que explicó que también era una manera de compensar que, tras largas horas de espera, no había podido entrar en la capilla ardiente deMandela la semana pasada.
El premio Nobel de la Paz de 1993, fallecido el 5 de diciembre a los 95 años, fue enterrado el domingo en la localidad de su infancia, Qunu (sudeste), en la última ceremonia de una semana de duelo oficial.