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Abinader con buenas intenciones o sin ellas recula nuevamente ante presión social por posible reforma fiscal. – La Republica Online

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Abinader con buenas intenciones o sin ellas recula nuevamente ante presión social por posible reforma fiscal.

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La República Dominicana ante sus déficits y su endeudamiento externo ha estado sumergida en un debate interminable en lo que respecta si es procedente o no una reforma fiscal, las cuales después del ajusticiamiento de Trujillo han sido para gravar con impuestos abusivos e irracionales a los sectores mas sacrificados en la economía nacional como son la clase media y los más pobres.

El discurso sobre este tema ha estado centrado en si la reforma fiscal debe ser progresiva o regresiva y cuando la presión en contra del Gobierno ha sido muy fuerte por parte de los ciudadanos, entonces se cambia el discurso para no crear un grave conflicto social, pero las razones que la motivan siguen vigentes y aumentan cada día.

La dicotomía es si hay o no una reforma fiscal o si sencillamente se debe continuar con el endeudamiento externo, el cual ya se ha vuelto irresistible, inaguantable, tanto es así que los ingresos del Estado por los diferentes conceptos no alcanzan para cumplir con los compromisos del país a nivel internacional, lo cual no deja de ser un grave problema.

La República Dominicana usa una buena parte de sus ingresos para el pago de intereses por concepto de la deuda y para el gasto público en sentido general, el cual nadie tiene duda de que es de muy mala calidad, sobre todo en lo que respecta a nóminas de los órganos y los entes del Estado.

El asunto es que las reformas fiscales no han sido otra cosa que aumentos de los montos de los impuestos, cuya carga impositiva muchos la califican como más baja que en otros países iguales de Latinoamérica, pero para ser justos habría que agregarle a la misma los impuestos informales que tiene que asumir la gente de la más baja escala social y económica.

La decisión del presidente Abinader de que no haya reforma fiscal es aplaudida por muchos en virtud de que no grava al consumo, a los que más pagan, que son los más pobres, pero luce como un acto no muy realista visto desde la crisis que atraviesa la economía nacional.

La gente ha estado muy atenta en cada uno de los pasos que ha pretendido dar el Gobierno, ya que se ha logrado evitar hasta ahora la privatización de las empresas del sector público y a que haya un rechazo generalizado a la política endeudamiento y también a la reforma fiscal, pero la cuestión es que mientras a esos asuntos se les da un manejo político, la crisis nos arropa y nos amenaza peligrosamente.

El presidente Abinader ha decidido renunciar por ahora a una reforma fiscal, lo cual no deja de ser una acción muy poco pensada, porque podría llegar el momento de que el vaso se cope y no deje ningún respiro para continuar con un rejuego peligroso con la economía nacional.

Nadie duda que la decisión presidencial luce graciosa frente a la gente que ya no está en capacidad de pagar más impuestos, pero se impone la pregunta de quién va a asumir el déficit y los problemas de la economía nacional.

Sin embargo, el discurso presidencial ha establecido una mejoría en el gasto público con una reducción de un 255 por ciento con la reducción de la inversión en publicidad, propaganda, alquileres, gastos de representación y la eliminación de instituciones que representaban una duplicidad de funciones, entre otros, cuyo monto alcanza los 27 mil pesos por ese concepto, lo cual es parte del argumento para no hablar ahora mismo de reforma fiscal.

Las cifras, aunque no parecen tan creíbles, pero evidentemente que ha dado resultado la mejoría de la calidad del gasto, cuya mayor inversión era en corrupción administrativa, lo que parece que ha impactado positivamente la economía.

Pero la pregunta que todo el mundo se hace es si la decisión de no hacer por ahora una reforma fiscal no está asociada a la negación de los sectores de mayores ingresos, aquellos con grandes ganancias y rentas consideradas o sencillamente se trata de una actitud positiva del presidente con los sectores más necesitados de la nación, pero por qué no someter a un mayor sacrificio a los que son más privilegiados, sobre todo a partir del criterio existente de que el Gobierno es muy tolerante, para decirlo de alguna manera, con los más poderosos y que ello provoca que no se quiera tocar ese sector ni con el pétalo de una rosa.

El tiempo se encargará de confirmar el asunto del ahorro de que habla el Gobierno y que no hace necesaria la reforma fiscal o de lo contrario al país le llegarán momentos muy difíciles, principalmente con el no cumplimiento de lo prometido por el presidente Abinader de construir una serie de obras que ha anunciado en todo el territorio nacional y que nadie sabe de donde va a salir ese dinero.

Por el momento no queda de otra que tomarle la palabra al presidente, porque hay cosas que no se entienden muy bien, dado que definitivamente los números no cuadran, pero de lo que sí hay que estar claro es que las grandes ganancias no quieren asumir ningún sacrificio en favor del país a través de una nueva reforma fiscal, la cual definitivamente debe ser progresiva más que regresiva.

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