AFP
WASHINGTON. Bajo fuerte presión del presidente Donald Trump, el Senado de Estados Unidos aprobó finalmente este martes la apertura del debate sobre la derogación de la reforma sanitaria de Barack Obama. Pero falta mucho para ganar el partido.
El Senado, de mayoría republicana, votó por estrecho margen por una simple moción de procedimiento que permite 20 horas de discusiones y varias votaciones sobre las enmiendas.
Una primera votación debía tener lugar en la noche del martes sobre una nueva versión del plan republicano de reforma del sistema de salud, dijo a la AFP el entorno del jefe de la mayoría, pero esta iniciativa fracasaría en función de las reglas de funcionamiento, que exigen 60 votos sobre 100, y no 51.
Otras votaciones se producirán el miércoles sobre diversas propuestas, pero el desenlace de las mismas también es dudoso.
De todas maneras se trata de un logro para Trump, feroz opositor del Obamacare, que había convocado a los senadores republicanos a zanjar sus diferencias y avanzar en este tema estancado durante meses.
“Éste fue un gran paso”, dijo Trump poco después de la votación al felicitar al Senado en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, definiendo esta reforma de su predecesor como “un desastre para el pueblo estadounidense”.
“Estoy seguro que en una semana o dos vamos a presentar un plan que va a ser verdaderamente, verdaderamente maravilloso para el pueblo estadounidense”, prometió.
La mayoría republicana había tirado la toalla la semana pasada frente a las divisiones internas. Trump, determinado a cumplir con esta vieja promesa de campaña, lanzó entonces veladas amenazas de represalias a los senadores republicanos que no lo apoyaran.
Al votar, de 52 senadores republicanos sólo dos se atrevieron a pronunciarse en contra: Susan Collins (Maine) y Lisa Murkowski (Alaska).
El resultado fue de 51 votos contra 50, con el desempate del vicepresidente Mike Pence que permite la Constitución en caso de igualdad.
Las “astucias” de la mayoría
Como muestra de la fragilidad de la votación, el senador John McCain, que regresó expresamente desde Arizona, donde fue diagnosticado la semana pasada de cáncer cerebral, denunció las estrategias ultrasectarias de los jefes de bancada, y advirtió que en últimas votará en contra si el texto final no es satisfactorio.
Ovacionado por sus colegas al ingresar al recinto, McCain pidió una cooperación más bipartidista en los próximos días: “¿Por qué no intentamos la vieja manera de legislar en el Senado?”, dijo.
“No creo que funcione, y probablemente sea mejor así”, afirmó en relación a la tentativa actual.
A pesar de aparecer sonriente como antes de su operación, bromeó que regresaba “un poco estropeado”. Una cicatriz sobre su ojo izquierdo revela la craniectomía con la que le extirparon tejidos cancerosos hace diez días.
La mayoría de los republicanos moderados aceptaron finalmente permitir la apertura del debate.
Desde hace meses, el partido está dividido sobre este tema.
En la etapa que se abre se deberán ofrecer concesiones a las distintas facciones del grupo mayoritario.
Esto es la cuadratura del círculo entre los conservadores que presionan por la derogación del Obamacare, y los moderados que se niegan a recortar el presupuesto de salud para no afectar a los estadounidenses más pobres.
Los primeros buscan desregular el mercado de los seguros y reducir el presupuesto federal para la salud; los segundos no quieren restringir el presupuesto de Medicare, el seguro de salud que tienen los pobres estadounidenses y que cubre a uno de cada cinco.
Un escenario cada vez más citado consistiría en que los republicanos renunciaran a una abrogación total de la ley de 2010, y aceptaran limitarse a anular algunas obligaciones dispuestas por esta norma.
La oposición demócrata no se fía sin embargo de los “trucos” de la mayoría. Teme que todo texto adoptado por la cámara alta sea modificado en un sentido más conservador en el eventual ida y vuelta con la cámara de Representantes.
Los republicanos moderados “están padeciendo una enorme presión desde su derecha”, dijo el jefe de los legisladores demócratas, Chuck Schumer.
por Ivan Couronne