Opinión

Proverdad

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Por narciso Isa Conde

La “bobolita” no se llama así. El “binbín” tampoco y la “pistolita” no tira “mitos”.

La “popola” no es tal. La ciencia le puso otro nombre.

A los/as “bebés” no los trae la cigüeña. Resultan de la unión de los espermatozoides y los óvulos, que fecundados se alojan en el útero de la mujer después de transitar por las trompas de Falopio; donde se convierten en embriones y luego en niñitos/as que salen por la vagina, que es el nombre de la “popola” por donde penetra el pene de los hombres (nombre del “binbín”) disparando los espermatozoides en un acto de sublime placer, que más adelante perforan y fecundan los óvulos que producen los ovarios de las mujeres. Eso dice la ciencia.

El lindo deseo de hacer eso y el sublime placer (orgasmo) que provoca esa relación llamada coito, se siente incluso antes de llegar a la edad adecuada para procrear, unirse en pareja y asumir las responsabilidades de padre y de madre.

El coito en sí no tiene nada de malo, más bien mucho de bueno y sobre él, como sobre muchas otras cosas de la vida, deberíamos aprender desde edad temprana.

Nada malo tiene saber desde chiquito/a los nombres reales, las funciones y las consecuencias del uso de las partes de nuestros cuerpos, incluyendo lo relativo al sexo que se habrá de ejercer, si no es opta por la dañina auto-represión.

Malo es crecer sin saber evitar un embarazo a destiempo, desconocer lo que es un condón, no enterarse de los métodos anticonceptivos y no saber cómo autoprotegerse de las enfermedades transmisibles por contacto sexual y de los embarazos improcedentes (por los daños que podría causarle a la criatura, a la madre y a la pareja).

Malo es que los níños/as crezcan sin saber cuándo se le acaricia para seducirlos o violarlos (por delante o por detrás) y cuando se le brinda cariño y amor humano.

Los derechos reproductivos son derechos humanos de los cuales nadie debe ser privado. Conocer la verdad sobre el sexo es algo vital para ejercerlos.

Conviene desmontar mitos y tabúes que sirven para encubrir hipocresías y perversidades. Procede desde temprana edad –siempre en tiempos adecuados- conocer todo lo relativo a nuestros cuerpos, al sexo, al amor de pareja, a las relaciones humanas.

Esta vez PROFAMILIA y las entidades comprometidas con esa campaña educativa actuaron como PROVERDAD, independientemente de cualquier reajuste necesario.

Ampararon a nuestros niños/as y adolescentes con la verdad frente a un oscurantismo que se empeña en desampararlos/as con un supuesto “recurso de amparo” asumido por un abogado “chimbo”.

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