Diecisiete de las 32 provincias que componen el territorio dominicano están bordeadas por el mar Caribe y el océano Atlántico, cuyas aguas contienen una diversidad de productos marinos que ayudarían a satisfacer parte de la demanda alimentaria de la población.
Paradójicamente, el consumo de pescado en el país es prácticamente un lujo reservado a unos pocos, debido en gran medida, a sus altos precios en comparación con otras fuentes proteínicas como el pollo, la res o el cerdo.
En los sectores de menores ingresos, la venta de los productos del mar suelen experimentar un ligero incremento durante la Cuaresma, época en la que por arraigados preceptos religiosos se reduce el consumo de carne blanca y roja.
Los precios de una libra de pescado fresco son muy variables y dependen del tipo que se escoja y el lugar donde se compre. Según datos ofrecidos por la Federación de Pescadores, los costos oscilan entre los RD$80 y RD$170, que en comparación con el pollo, cuya libra cuesta RD$50, representa un incremento de más un 100% si se opta por el más caro.
País sólo produce 30% de demanda
Actualmente la producción de pescado apenas alcanza las 25 mil toneladas métricas anual, frente a una producción de pollo que le supera con creces, y se coloca en 186 millones de unidades anual.
Para explicar los bajos niveles de producción que encarecen los precios, el director del Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (Codopesca), Milton Ginebra, afirma que ha faltado una política de divulgación que promueva el consumo de los nutrientes del pescado.
En ese sentido, afirma que han sostenido reuniones con representantes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el país, quienes han mostrado interés en incentivar el consumo de los productos del mar en la población.
A esto se suman los niveles artesanales que caracterizan la producción pesquera nacional, haciendo que para satisfacer la demanda existente se recurra a la importación de 45 mil toneladas, equivalentes al 70% de lo que se consume en el país, entre congelados, secos y salados como el arenque y el bacalao, y conservas como las sardinas.
Incentivos al sector
Ginebra afirma que el gobierno del presidente Danilo Medina ha dado grandes pasos para revertir esta situación, mediante el otorgamiento de préstamos a distintas asociaciones de pescadores a través del Fondo Especial para el Desarrollo Agropecuario (FEDA).
Esta información es corroborada por el presidente de la Federación de Pescadores, Eusebio Melo, quien afirma que más de RD$60 millones han sido otorgados a distintas asociaciones de Samaná, Sabana de la Mar, María Trinidad Sánchez, San Pedro de Macorís, Palenque, Laguna de Cabral y el Cedro, para la compra de embarcaciones, motores fuera de borda, congeladores o “freezers” y baterías que han ayudado a aumentar la producción y dinamizar las economías de esas localidades.
Destaca que hasta la fecha, el país adolecía de una política de la explotación de sus recursos marinos.
¿Cuántas personas viven del mar?
Según la Federación, alrededor de 15 mil personas se dedican a la pesca en el país, sin contar con un 30% que no está organizado en ninguna asociación.
Es así, como las economías de provincias como Montecristi, Puerto Plata, Samaná, María Trinidad Sánchez, y los municipios de Sabana de la Mar, Cabrera, Río San Juan y Sánchez, dependan en gran medida de la pesca.
El biólogo y encargado de regulación pesquera de Codopesca, Raúl González, explica que el país no ha alcanzado un desarrollo de la pesca industrializada como en otras naciones y que la provincia de Puerto Plata es la que exhibe los mayores avances con la utilización de barcos pesqueros que pueden pasar hasta un mes en alta mar.
En el caso de la acuicultura, que consiste en la crianza y cultivo de peces en ambientes controlados, el director de Codopesca señala que los altos costos de la energía eléctrica constituye el principal escollo para su avance. En ese sentido, afirma que han estado en conversaciones con las autoridades de la Comisión Nacional de Energía para buscar fuentes de energía alterna como la eólica o paneles solares para impulsar las granjas acuícolas.
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