Reelección no tiene cabida sin manipulación

Por Elba García

La historia de la República Dominicana ha estado marcada por la manipulación de la Constitución a favor de intereses de grupos o particulares, lo cual ha provocado que la Carta Magna haya sido modificada cerca de cuarenta veces.

No ha habido un sólo período presidencial que no haya estado contaminada con las ambiciones de la clase política a través de los partidos en el poder que persiguen perpetuarse en la Palacio Nacional.

El fenómeno no sólo ha sido propio de los dictadores que han controlado el Estado dominicano, cuyos principales exponentes son Pedro Santana, Ulises Heroux, mejor conocido como Lilís, Rafael Leonidas Trujillo Molina, que gobernó el país por más de 30 años, así como Joaquín Balaguer y los demás gobernantes de los diferentes partidos que han llegado a la llamada silla de alfileres mediante procedimientos retóricamente más democráticos, sino también de aquellos que mantienen una pose aparentemente mas abierta y pluralista.

Sin embargo, el único que no intentó continuar en la presidencia de la República y en tal virtud concibió una constitución que prohibía la reelección para este cargo lo fue el profesor Juan Bosch, creador de los partidos Revolucionario Dominicano y de la Liberación Dominicana.

Pero sus discípulos se han convertido en negadores de sus postulados y el primero en violentar los ideales de Bosch han sido Leonel Fernández y ahora Danilo Medina, éste último con un discurso de campaña muy bien fundamentado para justificar el rechazo de la reelección, quien si acepta volver le cae como anillo al dedo la expresión de que una cosa es con guitarra y otra es con violín.

Una pregunta que se ha diseminado en el país es si los aspirantes presidenciales son absorbidos por el espíritu trujillista inmediatamente suben las escalinatas del Palacio Nacional, cuyo diseño es una república casi perfecta de la sede del gobierno de la capital de Grecia, Atenas, cuna del nacimiento de la democracia occidental.

En la actualidad la República Dominicana se ve amenazada por otra modificación constitucional, la cual data su promulgación del año 2010, en razón de que sectores oficiales entienden que por la popularidad de Medina se impone que gobierne por cuatro años más.

Estas pretensiones de los danilistas tiene de frente los intereses políticos y económicos de su compañero de partido, Leonel Fernández Reina, quien se ha caracterizado en el espectro político nacional como un líder que no conoce de escrúpulo y que llega donde le imponga la circunstancia sin importar si su procedimiento afecta los intereses que tanto defendió su líder, el profesor Bosch, a favor de las grandes mayorías nacionales.

De cualquier modo, los danilistas tienen los mismos convencimientos de los leonelistas en virtud de que no son pocos los que atribuyen el comportamiento de ambos, más que a una plataforma político-ideológica, a una ansia desmedida por acumular fortunas, lo cual ha llevado a algunos observadores a describir sus contradicciones a la existencia de dos muy bien estructuradas corporaciones económicas.

La reelección en el país se ha convertido hasta en un instrumento de chantaje, amén de que es un mecanismo para la precomposición de las fuerzas al interior de los partidos con el propósito de su legitimación e impedir quedarse solo en la última etapa de un periodo de gobierno.

Lo que se espera por el momento es que la sangre no llegue al río y que danilistas y leonelistas puedan continuar su lucha interna sin afectar a la población, sobre todo si se toma en cuenta que el Partido de la Liberación Dominicana, según las encuestas, es el que cuenta con mayor credibilidad en el seno del pueblo.