¿Podrían los planes para reformar la economía sobrevivir la destitución del presidente?
Desde el terremoto político que sacudió su gobierno la semana pasada, el presidente de Brasil, Michel Temer, ha procurado presentarse como indispensable para la mayor economía de América Latina.
Sorprendido por un escándalo en el que un ejecutivo de una empresa brasileña empacadora de carne, JBS, grabó secretamente una conversación que mostraba al presidente presuntamente respaldando el pago de sobornos, el Sr. Temer está promoviendo su espíritu reformista en medio de los crecientes llamamientos a su destitución.
“Mi gobierno está completando las reformas para modernizar el estado brasileño”, dijo durante un discurso en el que rechazó las acusaciones y afirmó que la cinta había sido manipulada.
De hecho, para los inversionistas nacionales y extranjeros en Brasil, la mayor víctima potencial del escándalo no es el Sr. Temer, sino el ambicioso programa de reformas que su joven gobierno ha creado y está impulsando en el congreso.
Tras llegar al poder a causa de la destitución de su predecesora, la ex presidenta izquierdista Dilma Rousseff el año pasado, por violaciones presupuestarias, el Sr. Temer y una buena parte de su coalición gobernante fueron implicados considerablemente en las investigaciones sobre corrupción que abarcan toda la política brasileña incluso antes del último escándalo.
Han tratado de contrarrestar esta falta de legitimidad atacando a algunas de las cuestiones más acuciantes de Brasil, incluyendo un creciente déficit presupuestario del 9.2 por ciento del producto bruto interno y un sistema de pensiones insostenible, dicen los analistas. Aunque el Sr. Temer ha prometido no postularse a la presidencia, sus socios de coalición necesitan reactivar la economía de Brasil, la cual está sufriendo la peor recesión de su historia, antes de las elecciones del próximo año.
Las reformas — que incluyen la extensión de la edad mínima de jubilación para los hombres hasta los 65 años y para las mujeres hasta 62 desde el nivel actual de 54 años y 52 años, respectivamente — han sido alabadas por los economistas como esenciales para la prosperidad a largo plazo de Brasil. Las acciones brasileñas fueron las de mejor desempeño en el mundo el año pasado debido al programa.
La cuestión clave para muchos economistas es si el programa de reformas podría sobrevivir el gobierno de Temer.
En una señal de que se está preparando para una lucha prolongada, el Sr. Temer le dijo al periódico Folha de S. Paulo que no renunciaría, ni siquiera aunque fuera acusado formalmente.
Pero si el Sr. Temer se viera forzado a dimitir o fuera destituido, el congreso elegiría un presidente interino que ocupara el cargo hasta 2018. Muchos están pidiendo elecciones inmediatas, pero esto requeriría cambios constitucionales difíciles.
Los analistas especulan que cualquier presidente provisional podría mantener el equipo económico altamente confiable del Sr. Temer, incluyendo al ministro de finanzas, Henrique Meirelles, y al gobernador del banco central, Ilan Goldfajn. Esto propiciaría una continuación del programa de reforma.
Hay incluso especulación de que el Sr. Meirelles, un ex banquero del sector privado quien también ha servido como gobernador del banco central, podría ser nombrado presidente provisional.
Otros argumentan que la pregunta clave es cuánto tiempo podría tomar resolver la crisis. El mejor escenario sería una resolución rápida si el Sr. Temer refutara convincentemente las acusaciones o renunciara. El peor de los casos sería un juicio político, lo cual duró nueve meses en el caso de la Sra. Rousseff.
Pero la mayoría sostiene que incluso si el Sr. Temer monta una prolongada defensa, la situación económica del país, aunque es grave, ha mejorado desde la salida de la Sra. Rousseff, pues la inflación ha alcanzado sus niveles mínimos en 10 años y las tasas de interés han caído.
Marcos Casarin, economista de Oxford Economics, dijo que, asumiendo que el estancamiento no conduzca a un juicio político, la votación sobre la reforma de pensiones todavía podría celebrarse en el segundo semestre de este año, ya sea bajo del mandato del Sr. Temer o de otro presidente.
Si el estancamiento se mantuviera hasta las elecciones del próximo año, las reformas aún podrían ser aprobadas por el nuevo gobierno después de 2018, dijo Mauro Rochlin, economista de la Fundación Getulio Vargas.
“Brasil inevitablemente adoptará una reforma de pensiones”, dijo el Sr. Rochlin.
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