Por Elba Garcia

La República Dominicana es una expresión fiel del subdesarrollo y de la falta de institucionalidad de las naciones del llamado tercer mundo.

Estos países parecen asociar la pobreza con la falta de organización y disciplina que prácticamente los convierte en un verdadero desastre.

Las calles y avenidas de estos países nunca tienen señalización y los vehículos se parquean en direcciones contrarias aunque sean arterias de una sola vía.

De igual modo sus pueblos y barrios generalmente tienen varias calles  con el mismo nombre y más de una casa con igual número, lo cual se convierte en un elemento de confusión y desorden urbanístico.

Esta característica es tan lógica en todas las instancias públicas y privadas a pesar de que se trata de lo contrario, que si se analizan los salarios, presupuestos y las poblaciones se encuentra que el Senado y la Cámara de Diputados son de los más costosos de la región centroamericana y del Caribe.

Se considera al Poder Legislativo como la medula de la democracia, ya que en el mismo, según la opinión de muchos, se concentra la voluntad del pueblo.

En comparación con naciones de la región centroamericana, República Dominicana es el único país que posee un sistema bicameral, es decir, que cuenta con un senado y una cámara de diputados.

En la actualidad es el país con más legisladores per capita, ya que tiene 222, que divididos entre diez millones de habitantes que aproximadamente tiene la República Dominicana, hay uno por cada 45 mil personas.

Si se comparara por ejemplo con un país como Guatemala que tiene 15 millones de habitantes, se encuentra que esta nación centroamericana tiene un legislador por cada 97 mil seiscientos ciudadanos, requisito que duplica prácticamente la realidad nacional.

Pero no sólo se trata de que tiene más legisladores que cualquier otro país, sino también que salen mucho más caros, ya que un senador devenga alrededor de 175 mil pesos, es decir, unos 3 mil 932 dólares mensuales, mientras que el diputado aumenta a la suma de 255 mil pesos, equivalentes a 5 mil 743 dólares cada treinta días.

Esta realidad establece que un diputado gana 29 veces el salario mínimo del país, que sólo alcanza los 9 mil pesos mensuales, cuya cantidad llega a los doscientos dólares.

En pocas palabras el Congreso Nacional absorberá el 1.15 por ciento del presupuesto general de la nación que alcanza la cifra de 630 mil 933 millones de pesos.

Lo preocupante del problema es que el diputado devenga un salario mayor que el senador a pesar de que sólo del último se escoge uno por provincia, mientras que del primero son varios, lo cual indica que el que ocupa un curul en la cámara alta necesita la aprobación de una cantidad mayor de ciudadanos y que en consecuencia requiere un mayor sacrificio para ganar las elecciones, cuya realidad revela y confirma el desorden que afecta a la República Dominicana de abajo hacia arriba y lo contrario, confirmando que el desorden y la falta de lógica forma parte de la cultura nacional.