Se diluye la poca base de sustentación del Gobierno

El Gobierno de Luis Abinader ha entrado en un proceso bastante preocupante en lo que respecta a su credibilidad frente a la población.

Todo ha sido el resultado no sólo de sus errores, sino también de sus compromisos con sectores que son los responsables históricos de la desgracia nacional.

Lo penoso de todo esto es que los errores y   la crisis de credibilidad del Gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM) legitiman las criticas de una serie de partidos que no tienen moral para ser tan severos con los que ocupan el poder, porque son tan responsables como el que más de la crisis nacional, podría decirse que son socios de la empresa de  la sustracción del patrimonio nacional.

Lo preocupante es que Luis Abinader es el resultado de la falta de planes del PRM, un partido inorgánico y cuyos dirigentes no tienen dos dedos de frente y como resultado de ello han traicionado a todo el que lo podía ayudar, aunque sea con ideas.

El trance del PRM y de Luis Abinader es con la reforma fiscal, pese a que a ella se agrega un endeudamiento externo que asusta y un Gobierno que cada día deja ver su incapacidad para afrontar los grandes problemas nacionales dejados por el PLD y Leonel Fernández, ahora dueño de la Fuerza del Pueblo.

El problema más delicado y complejo de Luis Abinader es buscar una reforma fiscal mientras aparece en los papeles Pandora, los cuales dan cuenta de la apertura por su parte  de una serie de empresas offshore en paraísos fiscales, cuyo propósito es evadir impuestos y lavar dinero de corrupción o proveniente del narcotráfico..

Lo otro es que este Gobierno no tiene forma como justificarse ante tantos desaciertos, los cuales han desmentido el prometido cambio que tanto se pregonó.

El cuadro es mucho más duro cuando en el escenario político nacional se presentan una serie de aspirantes presidenciales que sería como poner la iglesia en manos de Lutero, porque la mayoría de ellos debían estar en las cárceles por sustraer dinero del patrimonio nacional.

El cuadro político nacional luce muy poco aragüeño, ya que los que quieren volver son crápulas que no sirven para nada y los que están en el Gobierno no saben lo que quieren ni hacia donde van.

La llamada reforma fiscal es una bomba de tiempo que amenaza desde ya la estabilidad de un país que vive más de las apariencias que de la realidad y de las retóricas políticas que de los discursos realistas y con propuestas que transformen la vida nacional.