SU TRASLADO SE PRODUJO LUEGO DE QUE AYER FUERA RECIBIDA LA ORDEN CORRESPONDIENTE
Santo Domingo.- Los imputados Radhamés Segura, miembro del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), y Roberto Rodríguez, dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM), fueron llevados ayer a sus respectivas residencias, donde cumplirán nueve meses de prisión domiciliaria, acusados de formar parte de la trama de sobornos instaurada en el país por la constructora brasileña Odebrecht.
Su traslado se produjo luego de que ayer fuera recibida la orden correspondiente tras 11 días de arresto en la cárcel del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva.
«Mírenme, estoy bien, saludable», dice Segura
“Mírenme, estoy bien, saludable, solo quería que me vieran, ya estoy en mi casa”, dijo Radhamés Segura desde el umbral de la marquesina de su casa. Vestía camisa de rayas y pantalón azul marino, lucía ayer un hombre sereno, al iniciar un arresto domiciliario de 9 meses dictaminado como medida de coerción por el juez de la instrucción especial, Francisco Ortega Polanco.
Eran las 4:50 de la tarde cuando la hilera de vehículos procedentes de la cárcel del Palacio de Justicia de Ciudad Nueva llegó quemando el asfalto, a la casa número 2 de la calle Miguel Ángel Buonarroti con Pablo del Poso Toscanelli, en la urbanización Renacimiento del oeste del Distrito Nacional. Se trata de una amplia residencia, con un gran portón, en una zona de clase media alta, de muchos árboles y, ¿casualidad?, de calles recién asfaltadas.
Radhamés Segura llegó en una Toyota Hilux blanca, matrícula L-351141, escoltado por varios vehículos de la Procuraduría General de la República. En el residencial Renacimiento, entre Bella Vista y El Millón, no se asomó ni un solo vecino a ver de qué se trataba, ni siquiera en un parquecito de buena sombra, donde algunos cogían el fresco de la tarde, hubo movimiento.
Segura lucía tranquilo, calmado y risueño dijo desde la marquesina, cuyo portón fue abierto, no se acercó mucho, y algo sosegado, dijo: “Ya estoy en mi casa, solo quería que me vieran y como soy amigo de los medios y de la prensa, quería que me vieran, estoy bienÖ”.
A su llegada, familiares y amigos que lo esperaban, lo estrecharon en un fuerte abrazo. Varios de sus abogados permanecieron alrededor de 35 minutos reunidos con él.
Al exvicepresidente de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales, el juez de la instrucción especial, Francisco Ortega Polanco, le dictó coerción de arresto domiciliario por su supuesta implicación en el caso de los sobornos auspiciados por la empresa Odebrecht.
Desde el jueves de esta semana que recién finaliza, cuando fue leído el dispositivo de la medida cautelar se esperaba el traslado de Segura y de los demás imputados a sus celdas carcelarias.
Dos policías a cargo de vigilancia de Rodríguez
La presencia de dos policías uniformados de azul es el único detalle que pone en evidencia que la casa 23 de la calle Aída Cartagena Portalatín, en el sector La Castellana, es ahora la prisión domiciliaria del exdirector de Instituto Nacional de Aguas Potables y Alcantarillados (INAPA), Roberto Rodríguez, uno de los imputados en el caso Odebrecht.
El gran portón negro de su residencia blanca de dos niveles abrió a las 4:55 de la tarde cuando él llegó, junto a su familia, y era trasladado por las autoridades en dos yipetas marcas Tahoe, ambas de color dorado.
Al desmontarse de uno de esos vehículos, el rostro de Rodríguez, quien también fue diputado y senador del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), cambió de manera espontánea y solo una sonrisa de alivio pudo marcarse en su rostro.
Mientras caminaba hacia la entrada de su hogar despidió con un rápido saludo a los periodistas que nos encontrábamos cubriendo su ingreso al hogar, actualmente convertido en su nueva cárcel sin barrotes pero sí con paredes y columnas debido a la prisión domiciliaria dictada el pasado miércoles por el juez de instrucción, Francisco Ortega Polanco.
La Castellana es un sector adornado de viviendas con altos muros que dificultan la visibilidad de sus jardines y galerías a quienes caminen enfrente de la acera e intenten echar un vistazo. Ante ese ambiente de tranquilidad y tan solo 18 minutos después de Rodríguez haber entrado a su casa, una mujer que se identificó como Amparo, “su hermana”, tocó el timbre para que la dejaran entrar. No quiso hablar con la prensa. Nadie quería hablar. Debido a la presencia de agentes policiales, algo casi nunca visto en ese vecindario, una anciana que pasea su perrito por la acera de la residencia, los observa con curiosidad.
No obstante, tras unos minutos, sus abogados Claudio Estephen y Francisco Campos, salieron para aclararnos que los parientes de su cliente se encuentran felices de que él esté en reposo, ya que su estado de salud está muy deteriorado y necesita todas las atenciones médicas.
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