EFE
La última vez que el Norte y el Sur celebraron un reunión gubernamental de alto nivel fue el 11 de diciembre de 2015.
SEÚL. El Gobierno de Corea del Sur propuso ayer al régimen norcoreano la celebración de una reunión de alto nivel el próximo 9 de enero para facilitar la participación de Corea del Norte en los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang 2018, lo que supondría un importante gesto de distensión.
El encuentro, que debe ser todavía aceptado por Pyongyang, sería el primero de este tipo en más de dos años entre los países vecinos y llegaría en un momento de especial tensión en la península Coreana por el intenso desarrollo armamentístico de Pyongyang.
Seúl propuso ayer que las delegaciones de las dos Coreas se encuentren el próximo martes en la aldea de tregua de Panmunjom, dentro de la fronteriza Zona Desmilitarizada, lugar habitual de este tipo de encuentros.
Este gesto llega después de que el líder norcoreano, Kim Jong-un, asegurara la víspera en su discurso de Fin de Año que está abierto al dialogo con el Sur, para que su país envíe una delegación a la cita olímpica que tendrá lugar en territorio surcoreano entre el 9 y el 25 de febrero.
El presidente surcoreano, Moon Jae-in, quiso recoger ayer el guante arrojado por Kim y pidió a su Gabinete que actuara de manera inminente “para restaurar rápidamente el diálogo entre el Norte y el Sur” y que se hiciera realidad la participación de una delegación de
Corea del Norte en PyeongChang 2018.
Pocas horas más tarde, el ministro surcoreano de Unificación, Cho Myoung-gyon, presentó la propuesta del encuentro y dijo que Seúl “tiene la voluntad de dialogar con el Norte sea cual sea el momento, el lugar y el formato”, y que espera que los dos países se sienten a hablar “de manera franca” de los JJ.OO pero también de las relaciones intercoreanas.
Aunque ahora Pyongyang debe aceptar el envite y las dos Coreas deben negociar la agenda del encuentro así como la composición de las delegaciones, las palabras sorprendentemente conciliadoras de Kim Jong-un en su discurso de Año Nuevo han empezado a surtir efecto.
“Cuando se trata de las relaciones Norte-Sur, debemos reducir las tensiones militares en la península coreana para crear un entorno pacífico”, dijo en su intervención televisada el líder norcoreano, que instó al Seúl a alejarse de EE.UU. y sus políticas que “amenaza a la paz y la seguridad”.
En una clara apuesta por la diplomacia del deporte, Kim reconoció que su país está dispuesto a enviar una delegación a los Juegos Olímpicos de Invierno de PyeongChang, en lo que supuso el primer comentario oficial del régimen sobre su intención de acudir a la cita deportiva que se celebra en territorio surcoreano.
Los Juegos de Invierno “serán una gran ocasión para el país (Corea del Sur). Esperamos sinceramente que sean un éxito”, dijo Kim, que recalcó que los JJ.OO. coinciden con el 70 aniversario de la fundación de Corea del Norte, lo recalca que “este año tiene importancia para las dos Coreas”.
El presidente surcoreano celebró ayer estas palabras y aseguró que son la respuesta al intento de su Gobierno “de hacer de los Juegos Olímpicos una oportunidad innovadora para mejorar las relaciones Sur-Norte y establecer la paz”.
Desde su llegada al poder el pasado mayo, este político liberal se ha esforzado en intentar lograr que Corea del Norte, país con el que el Sur se mantiene técnicamente en guerra desde hace más de 65 años, cooperara acogiendo pruebas de esquí, formando un equipo conjunto de hockey hielo femenino o formando parte del recorrido de la antorcha.
Los patinadores artísticos Ryom Tae-ok y Kim Ju-ik son los dos únicos deportistas norcoreanos clasificados para los Juegos de PyeongChang, que se celebra en el condado surcoreano situado a unos 70 kilómetros al sur de la frontera intercoreana.
Corea del Norte se saltó el pasado octubre el plazo establecido para inscribir a estos dos atletas en los JJOO de Invierno, pero los patinadores norcoreanos aún podría asistir si el COI les otorga una invitación para hacerlo.
La última vez que el Norte y el Sur celebraron un reunión gubernamental de alto nivel fue el 11 de diciembre de 2015, en el que fue el segundo encuentro de ese tipo ese año a raíz de un acuerdo que buscaba poner fin a un peligroso episodio de tensión militar que despertó temores de guerra en la península de Corea.
Las repetidas pruebas armamentísticas de Pyongyang junto a la dura respuesta dialéctica del presidente de EE.UU., Donald Trump, volvieron a elevar en 2017 la tensión en la región a niveles históricos.
Corea del Norte efectuó el pasado año el lanzamiento de una veintena de misiles, incluidos tres intercontinentales, y realizó su sexta y más potente prueba nuclear hasta la fecha.