De portada
Son pocos los que dudan la participación de Macarrulla en red de corrupción de Jean Alain Rodríguez.
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Este tipo de renuncia nunca ocurre en algunos países latinoamericanos, sobre todo en los que tienen un bajo nivel de institucionalidad, ya que el tema que provoca la renuncia transitoria es un escándalo de corrupción administrativa.
Esto así, porque este tipo de fenómeno no ocurre todos los días en las naciones en desarrollo, donde la búsqueda de acumulación originaria de los funcionarios públicos y del sector empresarial privado es mediante el tráfico de influencia y la corrupción administrativa para acumular o aumentar sus fortunas.
Este tipo de renuncia sólo ha sida vista regularmente en naciones con democracias muy consolidadas y donde la transparencia de la administración pública está ligada a sus avances en su crecimiento y desarrollo.
Que se tenga memoria esta es la primera vez que un ministro dominicano de la jerarquía de Macarrulla toma ese camino, ya que aparentemente no pudo resistir la presión de las redes sociales, no precisamente de los medios de comunicación convencionales como la radio, la televisión y los periódicos impresos del país.
No hay forma de negar que Macarrulla padre no era consultado por su hijo por un negocio que tenía tantas aristas que analizar y en el que había involucrada una cantidad de dinero nada común y corriente, por lo que cualquier versión distinta sólo la digerirían los ingenios e inocentes.
El señor Macarrulla Martínez ya había dicho que cualquier error cometido en el seno de su empresa familiar él la asumía como propia, lo cual quita legitimidad a lo dicho por una serie de empresarios e instituciones de que el funcionario no estaba obligado a pedir que fuera apartado de la administración pública, lo cual deja mucho que desear.
Este tipo de medida sólo es propia de naciones con altos niveles de institucionalidad, pero hay en este caso un detalle de mucho valor para medir el procedimiento del presidente de la República, el cual consiste en que todavía no ha dicho nada sobre lo que ocurre en el país y que involucra al principal miembro de su gabinete.
Sin embargo, debe decirse que la decisión al respecto crea de cualquier modo un ambiente positivo para el Gobierno, porque proyecta la idea de que la democracia dominicana es más fuerte, madura e institucional que lo que la realidad indica.
La decisión del importante funcionario deja muy bien parado el país a nivel de la comunidad internacional, ya que se vende la idea de que la República Dominicana es un país presidencialista y entonces se debe suponer que lo ocurre es parte de la política oficial de la nación, pese a que realmente no es así.
Lo que no está en discusión en el escenario nacional es que la sociedad se ha empoderado políticamente, lo cual ha permitido que el propio presidente haya tenido que rectificar errores cometidos o medidas tomadas que lesionan los intereses de los sectores más vulnerables de la sociedad.
El caso Macarrulla es un capítulo nuevo en la vida pública y en el escenario político de una nación donde las cosas sólo ocurren en función de los intereses de los grupos económicos, los partidos políticos tradicionales y otros sectores de poder, principales promotores de la corrupción pública y privada.
Lo bueno que tiene lo ocurrido con este importante funcionario es que sienta un precedente que sirve de mucho a la lucha por la transparencia y el adecentamiento de la vida nacional, aunque debe entenderse que la corrupción en todas sus vertientes tiene una explicación y una causa profundamente cultural y que en consecuencia la lucha para, sino eliminarla, por lo menos disminuirla, resulta altamente dificultosa y pesada para el ciudadano que quiere un mejor país.