Su Rostro no Tenia la Dimensión de su Talento

Por José Cabral

Los medios de comunicación registran este miércoles la muerte de un grande, tal vez el más completo director de fotografía de la República Dominicana.

No lo ví ni lo traté físicamente, pero su talento tuvo una proyección que muy poco importaba su nombre, porque su obra lo retrataba de cuerpo entero.

Claudio Chea fue un gran productor de grandes documentales y comerciales que vendió de muy buena manera a la República Dominicana.

Lo que se espera ante su ausencia física que su legado haya servido para que al menos algunos de sus discípulos hayan asimilada sus enseñanzas.

Claudio es de esos seres que nunca mucha gente pudo ver físicamente, pero que tal vez no era necesario para entender su grandeza en el mundo de la fotografía, del cine, de la televisión, porque su talento era tan inmensamente grande que a cualquiera le asalta la idea de si realmente  el país cuenta con alguien que se le acerque.

Esta son de las cosas que no hay forma de reponerlas, pero que por una lógica de la vida esta extraordinaria  figura del arte se haya ido para que el dolor no desaparezca nunca.

Repito que no lo conocí personalmente, nunca miré su rostro y mucho menos lo pudo mirar  a los ojos, pero su gran trabajo me impactó  hasta que yo pase a otra dimensión.

Claudio Chea es como un hermano, aunque no lo haya visto nunca,   un auténtico promotor de un gran talento y de una dominicanidad que no hay forma de borrarlo en el país.

Su muerte deja un gran vacío en la vida nacional, sobre todo en la industria del cine y de la televisión, porque demostró que su trabajo en vida deja un vacío que tal vez nunca sea llenado.

Paz a los restos de un grande, de un superdotado de la fotografía, Claudio Chea