Miles de personas participaron este jueves en un servicio en memoria de los mineros asesinados por la policía cuando participaban en una protesta por mejoras salariales el pasado 17 de agosto.
La ceremonia tuvo lugar en la mina de platino de Marikana (noroeste del país), donde 34 personas perdieron la vida a manos de la policía durante una manifestación, en la que ha sido considerada la peor masacre desde el fin del apartheid.
Los trabajadores en las minas sudafricanas esperan que el presidente Jacob Zuma presente pronto los resultados de las investigaciones sobre el caso.
Otra ceremonia está prevista en Mthatha (Cabo oriental), en el sur del país, de donde proceden muchos de los mineros muertos. «La mayoría procede de zonas rurales, es por ello que el Cabo oriental prepara una ceremonia», precisó el secretario general de la presidencia sudafricana, Collins Chabane.
La mayoría de los huelguistas muertos eran trabajadores migrantes, aunque uno solo era extranjero, específicamente de Lesotho, un minúsculo país enclavado dentro del mismo territorio sudafricano.
Chabane precisó además que las banderas deben ondear a media asta durante toda la semana, en respeto al duelo nacional decretado por el presidente Zuma, cuyo gobierno está acusado de no haber prevenido el drama y de haber gestionado de muy mala manera la crisis minera.
Desde hace meses, la producción de platino en Sudáfrica, principal productor mundial, vive fuertes tensiones por la crisis mundial, en particular la automovilística, y que ilustran las malas prácticas sociales heredadas del pasado que persisten en el sector minero.
En Marikana, el drama se gestó tras las reivindicaciones salariales exigidas por tres mil barreneros, que efectúan el trabajo más peligroso.
El conflicto empeoró por rivalidades intersindicales y enfrentamientos violentos que dejaron saldo de 10 muertos, entre ellos dos policías. Luego intervinieron las fuerzas del orden, abrieron fuego contra los huelguistas matando a 34 de ellos e hiriendo a otros 78 sudafricanos.