Opinión

Todos los caminos conducen a Roma

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Por Melvin Mañón

Cuando Balaguer decidió forzar a Falconbridge a renegociar contrato lo hizo con una primera jugada política: Instruyó a los reformistas de Bonao para que alentaran la protesta ciudadana y callejera contra la empresa.

Así lo hicieron.

Muy pronto, grupos, partidos, sindicatos y organizaciones comunitarias apoyaban el reclamo contra la empresa minera, pero ninguno de ellos sabía de donde procedía el impulso original. Balaguer sabía que más temprano que tarde, la lucha caería en otras manos más radicales, fuera de su control pero no le temía a ese escenario porque consagraba su estrategia: Balaguer quería, justamente, que la lucha tuviera base ciudadana y credibilidad. No acudió a congresistas desprestigiados ni sobornó comunicadores. Lo demás, lo manejaría él y lo manejó de hecho. Las manifestaciones de protesta fueron frecuentes, multitudinarias y Falconbridge se vio acorralada social, laboral y políticamente.

Cuando hubo logrado su propósito y tras la firma del nuevo convenio, Balaguer le comentó, como de pasada, al gerente general y presidente de la empresa en la RD John T. Clelland(ya fallecido) que Falconbridge haría bien contratando algún asesor de relaciones públicas que le ayudara a mejorar su maltrecha imagen pública.Esta historia la sé de primera mano, no solamente porque me la contó el propio Clelland que a veces no sabía si reírse o enojarse ante la exitosa manipulación que había logrado Balaguer, sino porque yo fui el asesor de relaciones públicas que la empresa contrató en esa ocasión.

Por conocer bien el trasfondo de esa negociación y también el acuerdo que bajo don Antonio Guzmán nacionalizó la Rosario Dominicana sé que hay lecciones que el actual gobierno puede extraer del caso de Falconbridge y del otro siempre y cuando se entienda que, no son iguales las circunstancias, ni el momento histórico ni los actores.

Sin desmedro de lo que se ha dicho, me permito dos anotaciones.

La primera es que, mientras más lejos estén los congresistas de todo el tema de la Barrick, mejor le irá al gobierno porque esos señores no solamente no aportan nada, sino que restan. Buscan ahora un protagonismo que lejos de ser reivindicador, es solamente oportunista, de mala clase y ofende a quienes de verdad persiguen un trato justo para el país.Obligar a la Barrick a hacer lo que no quiere no puede tener en primera plana a la misma gente que suscribió el contrato que ahora se condena, sin leerlo y vaya usted a saber a cambio de cuanto dinero.

La segunda anotación que me permito hacer está relacionada con las ilegalidades que fueron incorporadas al contrato. El responsable de esas ilegalidades naturalmente es Leonel Fernández. Lo anterior quiere significar que, la renegociación planteada no es solamente una ecuación económica sino también legal y posiblemente penal. El estudio minucioso del contrato dentro del contexto de una administración corrupta resulta relevante y productivo por razones múltiples. Todo lo relacionado con la Barrick conduce directamente a Leonel Fernández. El es el hilo conductor de esa y muchas otras ilegalidades. Naturalmente, la Barrick lo defiende y lo condecoró.

El problema, ya sabemos y lo hemos dicho, es que Danilo Medina insiste en creer que puede revertir la cultura corrupta y envilecedora dominantes y establecidas al interior del cuerpo social dominicano sin enfrentar los delitos de Leonel Fernández.

Por donde quiera que se mire, desde la idea de un plan de seguridad ciudadana sin futuro hasta la estrategia gubernamental para forzar a una corporación a negociar, todo el país y esta gestión de gobierno giran alrededor del legado de Leonel y de su control, todavía vigente, de prensa, justicia y partido. Sin romper ese entramado, Danilo Medina no podrá alcanzar ni siquiera la legitimidad que necesita por no hablar del legado histórico que uno se imagina él aspira.

Quiérase o no, todos los caminos conducen a Roma.

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