Expulsado. El entonces director general del FBI, James Comey, testitica ante al Comité Judicial del Senado, durante una audiencia en Capitol Hill, el día 3 de este mes. Comey respondió preguntas sobre la influencia de Rusia en la campaña presidencial estadounidense del año 2016.
Washington.- El presidente de EE.UU., Donald Trump, causó ayer un sismo político al despedir por sorpresa al director del FBI, James Comey, que lideraba una investigación sobre los posibles lazos de la campaña del magnate con Rusia en las elecciones de 2016.
«El FBI es una de nuestras instituciones más estimadas y respetadas de nuestra nación y hoy marca un nuevo comienzo para nuestra joya de la corona de las fuerzas del orden», afirmó Trump en una nota oficial emitida por su portavoz, Sean Spicer.
Spicer indicó que Trump «actuó basándose en las recomendaciones claras del vicefiscal general, Rod Rosenstein, y el fiscal general, Jeff Sessions», y señaló que «la búsqueda de un nuevo director del FBI empezará inmediatamente».
El propio presidente envió hoy una carta a Comey, quien se encontraba de viaje en California cuando estalló la noticia, en la que le informó de su destitución «con efecto inmediato».
«Aunque aprecio enormemente que usted me informara, en tres ocasiones distintas, de que no estoy bajo investigación, aún así estoy de acuerdo con la conclusión del Departamento de Justicia de que usted no es capaz de liderar eficazmente el Buró», dice Trump.
De esa manera, el gobernante republicano hace en la misiva una aparente alusión a la pesquisa del Buró Federal de Investigación (FBI) sobre los nexos entre Rusia y la campaña electoral del magnate neoyorquino.
«Es esencial que encontremos un nuevo líder para el FBI que restaure la confianza del público en su vital misión de aplicación de la ley», zanja el mandatario en la carta, divulgada por la Casa Blanca.
Trump no explicó el motivo de su decisión, pero Rosenstein aclaró que el ya exjefe del FBI perdió su empleo por violar los principios del Departamento de Justicia al hablar públicamente sobre la investigación del manejo del correo electrónico por parte de Hillary Clinton cuando ejercía como secretaria de Estado (2009-2013).
El vicefiscal general se refirió a la rueda de prensa que Comey dio el pasado 5 de julio para anunciar que Clinton no sería imputada por usar servidores de correo electrónico privados para asuntos oficiales en su mandato como jefa de la diplomacia estadounidense, lo que despejó su camino como candidata demócrata a la Casa Blanca.
«La reputación y credibilidad del FBI han sufrido un daño sustancial y ha afectado a todo el Departamento de Justicia», escribió Rosenstein en un memorando.
El anuncio del despido acaeció tras conocerse hoy que Comey dio el pasado miércoles, bajo juramento ante el Congreso de EE.UU., datos erróneos sobre la investigación de los correos de Clinton que reabrió en octubre pasado, a escasos once días de las elecciones.
El día antes de la comparecencia de Comey, Trump escribió en Twitter que el director del FBI era «lo mejor que le había ocurrido a Hillary Clinton porque le dio un pase gratis por tantas malas acciones».
Conocido por sus reacciones intempestivas, Trump conmocionó hoy a la clase política de Washington -que no esperaba el cese de Comey- al adoptar una decisión sin precedentes desde 1993, cuando el entonces presidente de EE.UU., el demócrata Bill Clinton, destituyó a William Sessions como jefe del FBI.
La medida evocó también la llamada «Masacre del Sábado Noche», cuando Richard Nixon ordenó el 20 de octubre de 1973 el despido del fiscal especial Archibald Cox, encargado del caso «Watergate», que en 1974 lo convirtió en el único presidente de EE.UU. en dimitir.
«Este es un momento extraordinario en la historia estadounidense. (…) Es un grotesco abuso de poder del presidente de EE.UU.», aseveró el experto en asuntos legales de la cadena CNN Jeffrey Toobin, al asemejar el cese de Comey a la destitución de Cox.
La oposición también criticó duramente a Trump y el líder de la minoría demócrata del Senado, Chuck Schumer, exigió la designación inmediata de un fiscal especial independiente que dirija la investigación de los vínculos de la campaña de Trump y el Kremlin.
«Esto es nixoniano», espetó el senador demócrata Bob Casey en referencia a Nixon, en tanto que el presidente del Comité Nacional Demócrata (DNC), Tom Pérez, tildó el despido de «vergonzoso abuso de poder».
Igualmente llegaron reproches desde algunos correligionarios republicanos de Trump, como el senador John McCain, que se declaró «decepcionado» por la destitución de Comey, a quien definió como «un hombre de honor e integridad».
Mientras el mundillo político de Washington era un hervidero, Comey cancelaba una intervención en un acto en Los Ángeles, tras recibir «por sorpresa» y «desprevenido» la decisión del presidente, comentó una fuente del FBI al diario Los Angeles Times.
El escándalo de los correos electrónicos marcó la campaña electoral del año pasado y la propia Hillary Clinton llegó a culpar a Comey de su derrota en los comicios, que ganó Trump, por volver a suscitar dudas sobre su conducta a pocos días de la votación.
En su comparecencia ante un comité del Senado la semana pasada, James Comey aseguró sentir «náuseas» al pensar que su investigación a Clinton pudo impactar en el resultado de las elecciones.