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El presidente Donald Trump trata con líderes de Latinoamérica y el Caribe la crisis en Venezuela. EFE /
Frustrado por un escándalo que considera una «farsa» y una «caza de brujas», Trump intentó mostrar un frente unido con el presidente de Ucrania, Vladímir Zelenski, con el que mantuvo en julio una llamada telefónica que ha llevado a la oposición demócrata a intentar lanzar un proceso de destitución.
Durante una reunión con Zelenski en Nueva York, donde ambos participaban en la Asamblea General de la ONU, Trump aseguró que no ejerció «ninguna presión» sobre el líder ucraniano para que investigara al ex vicepresidente estadounidense o a su hijo, Hunter, que hizo negocios en Ucrania.
«No lo hice, no amenacé a nadie. No empujé, no presioné, nada. Es todo una enorme farsa», afirmó Trump durante una conferencia de prensa.
Su reunión con Zelenski se produjo unas horas después de que la Casa Blanca publicara una transcripción de la llamada entre ambos que hace unas semanas motivó una queja interna en la comunidad de inteligencia y que convenció finalmente a los demócratas de declarar la guerra política a Trump.
La transcripción demuestra que Trump pidió varias veces a Zelenski que investigara a Biden, pero no confirma uno de los puntos clave en la acusación demócrata: que el mandatario bloqueó la entrega de 400 millones de dólares en asistencia estadounidense a Ucrania como medida de presión para que Kiev abriera esa pesquisa.
«No hubo quid pro quo», dijo en su conferencia de prensa Trump, empleando una expresión latina que significa algo que se recibe como compensación por la cesión de otra cosa.
Sin embargo, el mero hecho de que Trump pidiera ayuda a un líder extranjero para desacreditar a un adversario político como Biden es algo que, para muchos demócratas, supone por sí mismo una infracción merecedora de un juicio político.
Y Trump no solo no negó que hubiera hecho eso en la llamada telefónica, sino que volvió a caer en ello en su reunión con Zelenski en Nueva York.
«Detenga la corrupción en Ucrania, porque eso realmente hará que sea (un líder) grande», le pidió Trump a Zelenski, después de hablar un buen rato sobre la presunta «corrupción» en la que incurrió el hijo de Biden en el país europeo.
«Creo que (lo que hizo Hunter Biden) es algo terrible, pero voy mucho más allá de eso (cuando le pido que combata la corrupción). Le eligieron por su promesa de frenar la corrupción», agregó.
Zelenski satisfizo a Trump hasta cierto punto, al negar que el mandatario estadounidense le «empujara» a abrir ninguna investigación, pero también dejó caer que no ha promovido ni está dispuesto a promover ese tipo de pesquisa contra Biden.
«Tenemos un país independiente y un fiscal general independiente. No puedo presionar a nadie», recalcó Zelenski durante la reunión.
También subrayó que no quiere «entrometerse en las elecciones» de Estados Unidos, y evitó caer en una defensa de Trump más ferviente de lo necesario.
Muchos en el entorno de Trump y en su campaña de reelección creen que un posible juicio político, que se alargaría probablemente hasta bien entrado el año que viene y difícilmente saldría adelante en el Senado, acabará por fortalecer políticamente al mandatario de cara a las elecciones de noviembre de 2020.
El propio Trump se había mostrado convencido de esa posibilidad antes de que los demócratas hicieran el anuncio, pero este miércoles parecía desanimado por el proceso en su contra, que llega justo cuando el mandatario había logrado esquivar cualquier repercusión por la investigación sobre la trama rusa de Robert Mueller.
«Es una broma. ¿Un juicio político por esto?», preguntó Trump durante su conferencia de prensa.
«(Los demócratas) están dividiendo, empequeñeciendo, despreciando a nuestro país (…). La gente está cansada de ellos», agregó.
No obstante, Trump aseguró que apoya «completamente la transparencia en lo relativo a la información relacionada con el informante» anónimo que presentó la queja interna sobre su llamada con Zelenski, y a la que este miércoles tuvo acceso el Congreso por primera vez.