Washington.-Donald Trump se arriesgó a alejarse de la base populista que le hizo presidente al despedir a su principal altavoz en la Casa Blanca: el controvertido estratega jefe, Steve Bannon.
«El jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y Steve Bannon, han decidido mutuamente que hoy sería el último día de Steve. Estamos agradecidos por su servicio y le deseamos lo mejor», anunció la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en un breve comunicado.
Después de días de rumores sobre su posible salida, Trump comunicó a sus asesores ayer que había decidido despedir a Bannon, según relataron fuentes oficiales al New York Times.
El asesor defiende, sin embargo, que la decisión de marcharse es suya, que ya el pasado 7 de agosto presentó su dimisión para que fuera efectiva el día 14, pero que aceptó retrasar su salida por la tormenta política desatada tras la violencia en una marcha supremacista en Charlottesville (Virginia) el sábado.
«La Presidencia por la que luchamos, y ganamos, ha terminado», declaró hoy Bannon en una entrevista con la revista conservadora The Weekly Standard.
«Seguimos teniendo un movimiento enorme y haremos algo de esta Presidencia de Trump. Pero esa Presidencia (por la que lucharon) ha terminado. Será otra cosa», agregó, tras asegurar que su deseo era volver a su trabajo como presidente ejecutivo de la publicación de ultraderecha Breitbart News.
Reincorporado a ese puesto hoy, avisó : «Ahora soy libre. Tengo mis manos de vuelta en mis armas. Alguien dijo ‘es Bannon el Bárbaro’. Indudablemente voy a machacar a la oposición. No hay duda. Construí una jodida máquina en Breitbart. Y ahora estoy de vuelta, sabiendo lo que sé, vamos a acelerar esa máquina».
El plan inicial de Trump, según fuentes de CNN, era despedir hace tres semanas a Bannon y al entonces jefe de gabinete, Reince Priebus, -con quien se había alineado el asesor-, al mismo tiempo, pero terminó apartando solo al segundo ante la presión de Mark Meadows, presidente del Freedom Caucus (Caucus de la Libertad), la facción ultraconservadora del partido.
Pero Meadows dejó de abogar por mantener a Bannon en la Casa Blanca después de la sorprendente entrevista del asesor en la publicación The American Prospect este miércoles, en la que contradice la política de Trump sobre Corea del Norte.
A Trump, que detesta las filtraciones, le enfurecieron las palabras de Bannon, quien se quedó en Washington estas primeras semanas de agosto en las que el presidente y su equipo están «de vacaciones de trabajo» en su club de golf de Bedminster (Nueva Jersey).
Bannon estaba en guerra abierta desde hace meses con Jared Kushner, yerno y asesor predilecto del presidente; con el principal asesor económico, Gary Cohn, y con otras voces consideradas «moderadas» que él desdeñaba con la etiqueta de «los globalistas».
Pero el enfrentamiento que más agotó la paciencia del nuevo jefe de gabinete, el general John Kelly, fue el de Bannon con el asesor de seguridad nacional, H.R. McMaster, con quien tenía sonoras discusiones por su rechazo frontal a que EEUU incremente su presencia militar en Afganistán y del que, supuestamente, habría suministrado información negativa a la prensa.
A Bannon se le acusa de no jugar en equipo y promover su propia agenda: la lista de promesas aislacionistas, proteccionistas y antinmigrantes que llevaron a Trump a la Casa Blanca y que el asesor repasaba a diario en su famosa pizarra blanca.
Con su salida, Trump se arriesga a alejar a una base para la que Bannon era el garante de que cumpliría lo prometido en campaña: construir el muro en la frontera con México, frenar la inmigración irregular, implantar medidas proteccionistas y proceder a un repliegue de Estados Unidos en la escena mundial.
Pero su vinculación con la ultraderecha hacía que mantenerlo en la Casa Blanca también tuviera un alto coste político en un momento de fuertes críticas por la tibieza y ambigüedad de Trump hacia los grupos supremacistas blancos en sus declaraciones sobre la violencia en Charlottesville.
«La decisión de romper con Bannon puede entenderse como un esfuerzo de salvar su Presidencia después de Charlottesville. Pero quizás acabe siendo el principio del final de su Administración», advertía hoy Joel Pollak, editor jefe de Breitbart.
«Los votantes de Trump han sido pacientes, pero quizás pronto sepan si Donald Trump es realmente Arnold Schwarzenegger 2.0.», agregaba, recordando que el actor y exgobernador republicano de California (2003-2011) «abandonó» su base para sortear las críticas a su gestión.
Este mensaje y su tuit «#guerra» tras la salida de Bannon avisan a Trump de que ha dado un paso arriesgado y de que su base no permanecerá de su lado si no cumple.