WASHINGTON. El presidente de EE.UU., Donald Trump, decidió ayer invertir un mayor capital político en una de sus grandes promesas de campaña, la reforma sanitaria, y exigió a los republicanos que “hagan su trabajo” en ese tema, al considerar que el voto de este martes será “su última oportunidad” de lograrlo.
Tras varios intentos fallidos en el Senado de EE.UU. de reunir los votos necesarios para derogar y reemplazar la ley sanitaria de 2010, Trump decidió hacer caso a quienes le aconsejaban hacer campaña en público a favor del intento republicano de cambiar la legislación, y dio un discurso desde la Casa Blanca.
Pero algunas de sus críticas más duras fueron para los propios líderes republicanos, a los que acusó de no haber “hecho su trabajo a la hora de poner fin a la pesadilla de Obamacare”, como se conoce popularmente la ley impulsada por el expresidente Barack Obama.
“Durante los últimos siete años, los republicanos han estado unidos para tratar de ayudar a las víctimas de Obamacare. ‘Derogar y reemplazar, derogar y reemplazar’, lo decían una y otra vez. Cada republicano que buscaba un cargo público ha prometido alivio inmediato de esta desastrosa ley”, afirmó Trump.
“Nosotros, como partido, debemos cumplir la promesa solemne que le hicimos a nuestros votantes” sobre la ley sanitaria, dijo Trump, que compareció rodeado de cuatro familias a las que definió como “víctimas” de Obamacare, y describió los problemas que han sufrido debido a esa legislación.
Trump parece haberse impacientado ante las dificultades para cumplir una de sus grandes promesas de campaña y el que sería su primer gran logro legislativo desde que llegó al poder en enero.
En un mensaje en su cuenta de Twitter, el mandatario advirtió ayer que esta es la “última oportunidad” de los republicanos en el Congreso para cumplir su promesa de acabar con Obamacare, y durante su discurso subrayó que ha habido “demasiadas palabras y ninguna acción”, y que “ha llegado el momento” de cambiar eso.
El líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, anunció ayer que esa cámara votará este martes para decidir si se inicia el debate sobre un proyecto legislativo en materia de salud.
Aún no está claro cuál es la propuesta que se debatiría, aunque una de las opciones supondría derogar directamente Obamacare y dar un plazo de dos años para elaborar un plan alternativo que reforme el sistema sanitario del país.
Chuck Schumer, el líder de la minoría demócrata en el Senado, consideró ayer “completamente desconcertante” que los senadores no sepan cuál es el plan que va a considerarse, apenas unas horas antes de decidir si permiten que comience el debate sobre ese texto.
La falta de definición parece deberse al temor de los líderes republicanos de no conseguir ni siquiera los 50 votos que se necesitan para iniciar el debate sobre el tema, un mero trámite de procedimiento.
Los republicanos, que controlan 52 escaños en el Senado, se encuentran divididos entre su ala más moderada, favorable a algunos aspectos de la ley de Obama, y su facción ultraconservadora, reticente a cualquier intromisión del Estado en la vida del individuo, incluido el cuidado sanitario.
Trump trató hoy de mejorar las opciones para la votación de este martes, al decir a los republicanos que eso les permitirá “cumplir su promesa” electoral y a los demócratas que podrán corregir con ello el “terrible daño que han hecho a los estadounidenses”.
“La pregunta para cada senador, republicano o demócrata, es si se van a poner del lado de los arquitectos de Obamacare, que han sido tan dañinos para el país, o de las víctimas de la ley. Cualquier senador que vote contra el comienzo del debate le está diciendo al país que está de acuerdo con la pesadilla de Obamacare”, dijo Trump.
A no ser que John McCain, que se encuentra de baja por un cáncer cerebral, regrese para el voto de este martes, los republicanos solo pueden permitirse perder un respaldo en su partido, y hay varios senadores que han expresado reticencias ante el plan de McConnell.
Si hubiera un empate entre demócratas y republicanos, el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, debería acudir al pleno del Senado para romperlo, en su calidad de presidente de la Cámara Alta.
Lucía Leal