Editorial
Un acto de corrupción sustituye el otro en el país.
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Se sale de un robo cuantioso de los recursos públicos y de inmediato se entra en otro, porque en realidad se trata de un mal que tiene una dimensión preocupante para la sociedad.
El país ha sido severamente castigado por este flagelo que por pequeño que sea un caso siempre involucra cientos o miles de millones de pesos dominicanos.
Es un asunto tan delicado que lleva a cualquier persona sensata a pensar que la República Dominicana sobrevive por la bendición del Todopoderoso y por las condiciones que reúne la nación para lograr un crecimiento que muchas veces no tiene explicación.
La cuestión es que hasta el crecimiento macroeconómico está fundamentado en el fraude, tanto público como privado, donde incluso llegan las multinacionales con la intención de engañar más que de hacer negocios en buena lid.
Este caso de la Lotería Nacional revela hasta donde no sólo prima en el país una vocación mafiosa, sino también una falta de prevención para que las cosas no ocurren como pasan ahora.
Hay que preguntarse que necesidad tiene un presidente de la República de designar en posiciones gubernamentales a personas comprometidas de diferentes formas con intereses que entran en conflictos con el patrimonio público.
A caso se necesita tener un experto para que le explique estas cosas a un presidente de la República, aunque naturalmente el mandatario no es adivino de las intenciones de nadie, pero hay una expresión bíblica que dice por sus actos los conocereis o dime con quien anda y te diré quién eres.
Así como no se puede justificar y tampoco evitar que un funcionario tome el camino escogido por este suspendido administrador de la Lotería Nacional, también hay que decir que el presidente Luis Abinader no tiene como justificar la designación de un regulado como regulador.
Todavía falta que ocurran muchas cosas, porque no sólo se necesitan buenas intenciones del que dirige cualquier Estado, no importa que sea grande o pequeño, sino que también esté dotado de la formación y las habilidades necesarias para que el país salga hacia delante.
Ojalá los mandatarios dominicanos apelen más a la prevención que a acciones no reflexionadas y sopesadas para evitar mayores sufrimientos al pueblo dominicano.
Tal vez es mucho pedir.