Definitivamente que los que mancillan el honor nacional no pueden encabezar los actos de celebración del bicentenario de Juan Pablo Duarte, porque ello se contrapone con los pensamientos, la obra y el sentimiento de nuestro padre de la patria.
“Nunca me fue tan necesario como hoy tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”. “Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar a mi patria libre, independiente y triunfante”.
Estos son sólo dos de los pensamientos que resumen el sentimiento de Juan Pablo Duarte, quien lo dio todo, prácticamente hasta su vida, por los mejores intereses de la patria.
Por el significado del pensamiento y el sentimiento duartianos y sobre todo por su obra, duele en lo más profundo del alma y conturba la conciencia nacional el hecho de que los enemigos de la patria encabecen los actos de celebración de la llegada al mundo de ese pro-hombre, que llevó como nombre Juan Pablo Duarte y Diez.
Leonel Fernández Reina no reúne las condiciones morales y éticas para encabezar ningún acto para recordar la memoria de Duarte, mucho menos si el mismo es de carácter oficial, porque sería entonces como poner la iglesia en manos de Lutero.
El ex-mandatario debía estar hoy en el banquillo de los acusados con explicaciones convincentes del por qué ha depredado el patrimonio público a través de una verdadera asociación de malhechores, que incluso le ha dado una estocado mortal a un elemento vital para la vida como el medio ambiente.
Nos identificamos plenamente con los cientos de dominicanos que a través de las redes sociales se sienten indignados porque Leonel Fernández y su esposa encabezan los actos de celebración del bicentenario de Duarte, dado que éste hombre no tiene las condiciones morales para hablar del padre de la patria.
La participación de Leonel Fernández y de Margarita Cedeño de Fernández en los actos de recordación del natalicio de Duarte envía un mensaje equivocado a nuestros jóvenes y estampa un sello de falta de seriedad de los que dirigen la Nación para nuestras próximas generaciones.
El ex-presidente Fernández todavía no ha sido condenado por un tribunal competente, aunque sabemos que existe el principio universal de la presunción de inocencia, pero existen elementos de pruebas más que suficientes para llegar a la conclusión que estamos frente a hombre que no tiene hiel para apropiarse de lo que no es suyo, de lo que pertenece al pueblo dominicano, mientras miles de niños reciben docencia a la intemperie y otros están llenos de parásitos porque no reciben una alimentación adecuada.
Lo menos que se podría hacer es dejar claramente establecida la indignación por el bochorno que constituye que Leonel Fernández encabece la celebración de un bicentenario que, sobre todo, debe servir para alimentar los sentimientos éticos y patrióticos de nuestros ciudadanos en momentos en que sectores de la vida nacional se roban el dinero de las arcas nacionales y entregan nuestras riquezas naturales a multinacionales indolentementes, cuya cabeza visible de estas malas acciones es la de Leonel Fernández, quien debe quedar registrado en la historia negra y perversa de la República Dominicana.
Necesariamente tenemos que concluir, tal y como comenzamos este editorial: “Nunca me fue tan necesario como hoy tener salud, corazón y juicio; hoy que hombres sin juicio y sin corazón conspiran contra la salud de la patria”, Juan Pablo Duarte, cuyo bicentenario debe servir para encender la chispa duartiana en todos y cada uno de los rincones del territorio nacional, no importa cuán lejos se encuentre, a fin de agradecer lo tanto que dio por la forjación de la dominicanidad y por su desprendimiento y abnegación en favor de los mejores intereses de la patria.