El discurso del presidente Abinader se escuchó muy bien y hasta parece lleno de muy buenas intenciones, pero realmente el Gobierno ha hecho planes para cumplir con todas las promesas hechas durante la rendición de cuentas?
La respuesta más correcta es decir no, porque si en una cosa se ha caracterizado la actual administración es con carecer, primero de coherencia, y lo segundo de planes para cumplir con todas las promesas vertidas este 27 de febrero con motivo del 177 aniversario de la Independencia Nacional.
Es que a caso el presidente Abinader contempla recurrir a más endeudamiento externo para cumplir con todas las promesas hechas o sencillamente el país estaría ante una nueva reforma tributaria?, con la cual no parece posible que se graven las grandes ganancias y que los impuestos indirectos no se conviertan en directos.
No habrá impuestos al consumo?, que es una forma de gravar a las grandes mayorías nacionales, lo cual empeoraría la calidad de vida de la gente.
La realidad es que no se sabe cuáles son los planes del Gobierno para financiar todas esas obras que ha anunciado el presidente Luis Abinader.
O sencillamente se trata de más de lo mismo, de sólo hablar y no cumplir.
Por el momento hay que darle el margen de la duda, porque inclinarse por lo contrario tal vez parecería una insensatez.
Sin embargo, el discurso de Luis de Abinader, aunque lleno de aparentes buenas intenciones, no deja de ser grandilocuente y tal vez hasta politiquero.
Ello es gaje del oficio, porque en la República Dominicana los discursos presidenciales se apoyan en una expresión popular y muy famosa de que el papel lo coge todo, pero de ahí a la realidad hay mucho trecho.
Y esta expresión es mucho más aplicable en un Gobierno que se ha ganado la fama de no cumplir con la palabra empeñada, de ser desleal e incoherente, pero de todos modos las autoridades y el PRM saben que el incumplimiento tiene un gran impacto político.
En conclusión, el discurso de Luis Abinader está lleno de buenas intenciones, pero carente de la suficiente credibilidad para que la gente lo acepte como promesas realizables.
Sólo queda esperar!