Opinión
Un Drama Desgarrador.
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Por José Cabral
El pasado sábado fue apresada la señora Ana María Rodríguez por haber sustraído de un supermercado de la capital una lata de leche para alimentar a sus hijas de dos y cuatro años de edad.
La señora permanece detenida en un cuartel de la capital dominicana por una querella presentada por el propietario del establecimiento, quien legítimamente apeló a las autoridades frente a la ocurrencia de un robo en su negocio.
El ministerio público anunció primero que no presentaría cargos en contra de la señora responsable del hurto,pero después decidió ponerle una medida de coerción, lo cual a nuestro juicio no constituía una decisión muy saludable, luego de lo explicado por su esposo, Héctor Ramírez, quien declaró que su esposa se desesperó frente a la imposibilidad que tenía para alimentar a sus niños.
Pese a que la ley debe ser igualitaria para todos, la comisión de un delito por esa madre de familia merece una cierta tolerancia de la autoridad.
Es una información que me llegó hasta lo más profundo de mi ser, pero también me llenó de ira y de indignación, porque mientras pasan cosas como la ocurrida con la señora Rodríguez, en los medios de comunicación del país cada día se publican informaciones sobre los altos niveles de corrupción en las instituciones públicas.
Ese dinero que se invierte descaradamente en corrupción debía utilizarse para crear fuentes de empleos, a fin de que los padres de familias puedan ganarse el dinero de por lo menos el sustento diario.
Ana María Rodríguez es el espejo de millones de madres y padres dominicanos que lamentablemente no producen lo suficiente para mantener a sus familias, mientras todos los días se escuchan discursos de soluciones a esta problemática, pero los mismos se quedan en una simple retórica.
Inmediatamente leí la información me transporté mentalmente a la vivienda de esta familia nativa de a San Juan de la Maguana, lugar de procedencia del presidente Danilo Medina y que se encontraba en diligencias personales en Santo Domingo.
Con mi imaginación hasta pude escuchar los gritos desesperados de sus niños de dos y cuatro años de edad por no haber ingerido los alimentos correspondientes.
Es una barbaridad que causa mucha indignación a cualquier ciudadano dominicano que tenga aunque sea un mínimo de sensibilidad.
Miles y miles de familias dominicanas, sobre todo las madres, pasan hoy por la difícil situación de no poder alimentar a sus hijos ni siquiera con los niveles elementales de nutrición, porque no cuentan ni con un bocado para entretener su estómago.
Lo indignante de esta situación es que docenas o cientos de funcionarios públicos exhiben una riqueza atropellante sobre la base de robarse lo que no es suyo, de apropiarse del patrimonio de todos y cada uno de los dominicanos, incluyendo, naturalmente, a Ana María Rodríguez, una madre dominicana en quien la desesperación de sus hijos por la falta de alimentos la llevó a olvidarse del honor y la honestidad como lo hubiera hecho cualquier ciudadano del mundo que pase por la misma circunstancia.
Es una pesadilla que sólo aquel que la haya vivido la puede medir en toda su dimensión.
Hoy millones y millones de familias pasan la misma situación sin que nadie se conduela de ellas, la cual se vuelve cada día más insoportable y desgraciada para la gente pobre del país.
A Dios que nos coja confesaos!