Editorial
Un Estratégico Veredicto.
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13 años agoon
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LA REDACCIÓN
Cada día se comprueba que los amarres hechos por Leonel Fernández en las llamadas altas cortes hace prácticamente imposible su enjuiciamiento y condena en la República Dominicana.
No importa cuán numerosas y contundentes puedan ser las pruebas en su contra, porque en pocas palabras la débil institucionalidad descansa en la voluntad de Leonel, quien, sin lugar a dudas, hoy se ha constituido en el hombre con mayor poder en el Estado.
Del ex-mandatario depende a quién se condena y a quién no en la República Dominicana, porque la sociedad le permitió que constituyera los tribunales nacionales a su antojo y de esa manera garantizar impunidad para él y para los suyos.
En estas circunstancias en el país no hay formas de condenar, ni siquiera de investigar, a personas tan seriamente comprometidas con la corrupción como Félix Bautista y otros funcionarios peledeístas, así como el propio ex-mandatario.
Es realmente una vergüenza en una nación supuestamente democrática que los jueces de todos los tribunales del país estén a merced de los intereses de aquellos que han secuestrado el Estado, que se han robado el patrimonio público.
Esto es comprobable en la Suprema Corte de Justicia, instancia que rige el llamado poder judicial, la cual hoy está conformada por jueces escogidos desde la perspectiva y los intereses de un hombre totalmente corrompido como Leonel Fernández.
El presidente de la Suprema Corte de Justicia, Mariano Germán, hermano de Alejandrina Germán, alta dirigente peledeísta e involucrada también en actos de corrupción, no constituye una garantía de una buena administracion de justicia, ya que éste por demás fue abogado del hombre más señalado como responsable de malversar o sustraer recursos públicos, como lo es Félix Bautista.
Traemos esto a colación para referirnos al rechazo del recurso sometido por la corriente de Hipólito Mejía, a fin de lograr la nulidad del juicio disciplinario a que fue sometido por el grupo de Miguel Vargas Maldonado en el Partido Revolucionario Dominicano y que determinó su expulsión de esa organización política.
Este Tribunal Superior Electoral ha dado una convincente demostración de que trabaja para profundizar la división del PRD, sobre todo por la incidencia que tienen en su seno Leonel Fernández y Miguel Vargas Maldonado, ya que el mismo fue conformado sobre la base de un acuerdo partidario entre ambos dirigentes.
De manera, que los tentáculos de estos rufianos de la política vernácula en el TSE propician la evacuación de una sentencia que prácticamente sella la división del PRD y sobre todo que ese veredicto parece estar dirigido a que en la República Dominicana haya un sólo partido y de esa manera garantizar la permanencia en el poder del Partido de la Liberación Dominicana.
El más ingenuo de los ciudadanos sabe muy bien que todos los procesos están viciados en el PRD, de uno y otro bando, porque la trampa, el engaño y el fraude son las normas que prevalecen en esa organización, así como en el PLD y el PRSC, porque al final de cuentas los tres tienen el mismo comportamiento.
Los tres constituyen la gran desgracia nacional.
Lamentablemente es así.
Y eso lo saben los jueces del Tribunal Superior Electoral y conocen además con detalles de los fraudes, los engaños y la manipulación de Miguel Vargas Maldonado de los organismos del denominado partido del jacho prendió.
Lo penoso de la contaminación de las llamadas altas cortes es que la única que realmente pierde es la sociedad dominicana, porque estos precedentes son, sin lugar a dudas, un dique de contención para una buena administración de justicia y en consecuencia para el crecimiento y fortalecimiento institucional.
El país, definitivamente, está en manos de una pandilla de delincuentes que lesionan gravemente su credibilidad y que podrían hacerlo colapsar .
Es un peligro que sólo se puede combatir con una ciudadanía consciente de sus derechos y deberes, así como de su integración al proceso de cambios que deberá operarse tarde o temprano en la patria de Juan Pablo Duarte y de otros tantos patriotas dominicanos.
La educación superior dominicana, que como bien se establece en el reportaje que aparece en la sección “De Portada” de este diario, implica un problema que debe motivar profundas reflexiones para que el país se avoque a pasar de la deficiencia a la calidad de la enseñanza universitaria.
Pero este es un asunto que sólo puede solucionarlo el Estado, el cual no está en capacidad de dar los pasos para que al cabo de algunos años el cuadro pueda dar un giro positivo.
La tendencia entre los dominicanos es sólo ver lo que está frente a ellos, sobre todo en materia de educación universitaria, pero no hay forma de llevar su mirada crítica a lo que requiere de un esfuerzo más profundo y exhaustivo.
El gran problema de la educación superior del país es que no sólo la situación depende de la negligencia y la deficiencia del Estado, sino que además que no se cuenta con una cultura para crear un cuerpo profesoral preparado para impartir docencia a nivel universitario, aunque, naturalmente, una cosa depende de la otra.
De manera, que los resultados no pueden ser peores, cuyos egresados, penosamente, terminan su carrera con una formación tan precaria que en la práctica son analfabetos funcionales.
Lo peligroso del fenómeno es que la sociedad está frente a médicos que puedan matar al paciente, ingeniero civil que construya una obra que puede caerle en la cabeza en cualquier momento a sus propietarios y un abogado que no puede asesorar idóneamente a su clientes y en consecuencia poner en peligro, por su poca formación, la tutela judicial efectivo, el debido proceso y el derecho a la defensa.
De manera, que el asunto no es como se puede ver a simple vista, sino que se trata de una deficiencia que aparte de hablar muy mal de toda la sociedad, amenaza la seguridad nacional, todo como resultado de un problema integral que impacta a todo el Estado.
Lo grave del problema es que no se ven soluciones fáciles en el camino, porque además la explicación de una educación superior fundamentada más en el negocio vulgar que en un plan nacional para lograr los índices de desarrollo del mundo competitivo de hoy, es parte de una cultura nacional y de un neoliberalismo salvaje que se lleva de paso todo lo bueno.
La realidad es que no es posible poner en orden las universidades nacionales, ya que en el país todo está contaminado con la politiquería, de arriba hacia abajo y lo contrario, de abajo hacia arriba.
Se impone entonces la siguiente pregunta: ¿Quién nos sacará del tremendo tollo de la educación superior nacional, aunque la respuesta más realista es que no hay una respuesta convincente y que satisfaga.
Editorial
El Oncológico es un espejo de un problema de un gran alcance.
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3 semanas agoon
noviembre 12, 2025
No son pocos los conflictos originados en sindicatos, clubes culturales y deportivos, cooperativas de ahorros y préstamos y los propios partidos políticos, que son asaltados por grupos de personas que los usan con fines muy particulares.
Puede decirse que se trata de un cáncer que resulta complicado erradicar, con el agravante que esa mala práctica es reproducida cuando personas con la misma filosofía de vida llegan a la administración pública, lo que explica la gran cantidad de casos de sustracciñn de fondos del patrimonio público.
Realmente el país está copado por los que piensan que deben llegar a este tipo de instituciones, las cuales no tienen fines de lucro, para manipular sus recursos y creerse incluso que es algo que legítimamente les pertenece.
Un ejemplo muy elocuente al respecto son los partidos políticos, los cuales son manejados como empresas privadas y propiedad de particulares, pese a que en realidad se trata de una figura que está legalmente regulada y que no puede ser jamás un patrimonio personal.
Pero el mismo problema es encontrado por doquier, cuyos propiciadores de este tipo de conducta sumergen a la sociedad en un gran dolor de cabeza.
El asunto ahora se puede ver con lo que ocurre en el Patronato Cibao contra el Cáncer, cuya institución juega un papel de primer orden para combatir una enfermedad tan severa y mortal como esa.
El problema del Oncológico del Cibao ha entrado ya a los tribunales competentes y sólo se espera un desenlace que tal vez no sea la panacea al problema, porque se van unos con un criterio equivocado en el manejo de este tipo de organizaciones, pero llegan otros que no difieren, absolutamente en nada, en la forma de ver el asunto.
Independiente de cual sea la decisión del tribunal que conoce el caso, debe admitirse que la sociedad dominicana está frente a una cuestión que lesiona lo más profundo de la sensibilidad humana, sobre todo porque no hay ningún tipo de arrepentimiento.
Hoy ha salido a la superficie el conflicto en el Patronato Cibao contra el Cáncer, pero la raíz del conflicto, con una explicacion profundamente cultural, es que una gran cantidad de instituciones sin fines de lucro hoy permanecen asaltados por grupos de «vividores» que ponen en tela de juicio las bases de la dominicanidad.
Así como Nueva York es un ejemplo de progresos y de que todo con esfuerzo se puede, este 4 de noviembre ha enviado el mensaje de empoderamiento democrático con el triunfo de un joven musulmán con apenas siete años de haber obtenido la ciudadanía de los Estados Unidos, condición indispensable para ser candidato a la posición política más importante de la ciudad.
Lo más impresionante de este triunfo es el contexto en que se produce y sobre todo por tratarse de un joven nacido en Uganda de ascendencia india, con muy poco tiempo de haber adquirido la ciudadanía estadounidense, pero además amenazado por el presidente Donald Trump de deportarlo si ganaba la contienda electoral.
El triunfo de Zohan Mandami es el vencimiento de la legalidad en contra de la ilegalidad, de la tolerancia contra la intolerancia y de la vulnerabilidad de aquellos que prefieren inclinarse por la dictadura en vez de la democracia.
Es un mensaje muy grande el que ha dado la ciudad de Nueva York cuando en los Estados Unidos se producen unos retrocesos institucionales y democráticos que son motivos de preocupación para el mundo entero.
La situación es tan delicada que el presidente Trump aparentemente ha logrado doblegar a una de las democracias más sólidas del mundo, cuyos logros constitucionales son un ejemplo y emulados por países del planeta entero.
En realidad, se trata de una situación que nadie podía creer que fuera posible, ya que el alto nivel de institucionalidad de los Estados Unidos no permitía que cupiera en cualquier mente humana que los derechos constitucionales y los derechos humanos quedaran al capricho de un mandatario.
El triunfo de Mandami en Nueva York reafirma esa vocación de ciudad de inmigrantes y además de que ciertamente se trata no sólo de la capital del mundo en términos comerciales, económicos y financieros, sino también políticos.
Una nueva visión se impone en la ciudad de Nueva York en tiempos de retrocesos y de preocupantes violaciones a los derechos constitucionales en la mayor potencia del mundo, donde su presidente impone su voluntad como en los tiempos de las más férreas dictaduras.
La República Dominicana por tener millones de sus hijos en la ciudad de Nueva York es beneficiaria de los nuevos aires democráticos que abrazan a la llamada capital del mundo, cuna de una gran riqueza cultural que enorgullece a todo al que vive en ella y tiene el privilegio de visitarla.
La elección de Mandami no pude ser mejor, porque en momentos de tantas fricciones y tensiones sociales y raciales y religiosas, sobre todo en el medio oriente, llega la buena nueva de la tolerancia y de que todos bajo la ley y la democracia pueden convivir en paz.
