Opinión
Un Gesto a Emular
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Por José Cabral
Es frecuente ver a personas que corren hacia el lugar donde se ha producido el mismo y regularmente no es para servir, para refugiar a las víctimas, sino para robarles las propiedades a los accidentados.
Es un cuadro que habla con mucha crudeza del fenómeno de la desaparición de un valor tan importante como la solidaridad en momentos de una emergencia como verse involucrado en un accidente de tránsito.
Lo lamentable de esta inversión de valores es que este fenómeno es prácticamente integral y transversal a todos los escenarios de la vida nacional.
Sin embargo, el hecho de muchos dominicanos tener que dejar su patria para buscar una mejor suerte fuera del país para ellos y sus familias, parece que genera unos sentimientos que los acercan mucho más a esos valores perdidos en el país.
Si bien es cierto que muchos de los que se van al extranjero se inclinan por buscar riquezas fáciles, hay una gran mayoría que hacen las cosas de una forma correcta.
Por esto tenemos muchos ejemplos de progresos y crecimiento personal de miles de dominicanos que hacen vida en el extranjero.
En este contexto se debe ubicar al joven Adolfo Molina, quien acaba de protagonizar una acción que ha dejado claro que hay muchos criollos que exaltan la esencia de la dominicanidad, la cual se caracteriza por dar mucha solidaridad e identificarse con todo aquel que lo necesita.
Este joven, nativo de Salcedo, iba por una carretera de alta velocidad de los Estados Unidos, concretamente por la zona del estado de Massachusetts y observa que la conductora de un vehículo había sufrido un desmayo y que el mismo chocaría con algún dique de contención y se lanzó del que lo transportaba y corrió como un loco entre los automóviles que circulaban por esa autopista y en medio de la nieve para salvarle la vida a alguien que no conocía.
El ejemplo de Adolfo Molina constituye un buen ejemplo para todos y cada de los dominicanos y de cualquier ser humano que haya perdido la vocación de servir, de practicar la solidaridad, la reciprocidad y la hermandad.
Este criollo es, sin lugar a dudas, un símbolo nacional, un sello de la auténtica dominicanidad, un referente valiosísimo de los valores que identifican a los hijos de la patria de Juan Pablo Duarte, Gregorio Luperón, Manolo Tavárez Justo y Francisco Alberto Caamaño Deñó.
Cuántos Adolfo Molina necesita la República Dominicana, pregunta que no tiene respuesta por tratarse de un personaje ya extraño en la vida nacional.