Un país deteriorado y con un alto nivel de degradación y descrédito de su sistema político.

El portavoz con sus acciones del deterioro y degradación de la sociedad y el Estado  lo es el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), cuyo Comité Político dice cada día que nada es nada y lo mismo habría que decir del Gobierno que no sanciona el enriquecimiento ilícito, sino todo lo contrario, lo institucionaliza.

Esta percepción deja de serlo para convertirse en una realidad cuando se escoge como presidente del partido de gobierno  a Temístocles Montás y cuando no se decide investigar a aquellos funcionarios que exhiben fortunas que sólo puede ser justificadas a través de la corrupción administrativa.

Pero el PLD se confirma en el concepto de que nada es nada, porque hay una serie de hechos que así lo conforman, lo primero es que escogen como candidato presidencial a Gonzalo Castillo, seriamente comprometido con el caso ODEBRECHT, igual debe decirse de su jefe de campaña, Rubén Bichara, vicepresidente de la Superintendencia de Electricidad que construyó a Planta Catalina.

Hay otros personajes del Gobierno que reafirman la expresión de que  nada es nada, cuyos protagonistas de la corrupción administrativa son las figuras mas destacadas y sobresalientes, lo cual dice que tener una conducta anti-ética y cogerse lo ajeno es la principal carta de presentación de la administración danilista.

Lo que ocurre en la República Dominicana promueve la idea que apropiarse de grandes sumas de dinero del patrimonio público es una hazaña que aquellos que la logran merecen un reconocimiento y un ascenso en el contexto de la visión del partido de gobierno.

Esa realidad es lo que provoca que el juicio por soborno en la Suprema Corte de Justicia sea como un juego que nadie le hace caso por tratarse de una forma de burlarse de la sociedad dominicana, donde la mayoría de la gente sufre grandes carencias como consecuencia de una forma abusiva de manejar los recursos públicos.

El problema de la corrupción es que se trata de una cultura que no es tan fácil de combatir, porque incluso la gran mayoría de la gente la ve como algo normal y legítimo por parte de los que se manejan en la actividad política partidista.

La verdad es que cualquiera coge miedo frente a la situación que se observa en el país, donde, como hemos dicho mas arriba, nada es nada, pero donde sí importa el dinero acumulado no importa que provenga de lo mal hecho.

Pero el país podría pedir algo diferente que la escogencia de un manchado como presidente del partido de gobierno y que el candidato presidencial e incluso el propio  presidente de la República sean partes de de un entramado de corrupción y poca transparencia que comprometen el futuro de todos y todas.

La incógnita sólo se refiere a cuál podría ser la actitud de la población frente a un cuadro tan deprimente y frustratorio para los que quieren un país mejor, porque de los protagonistas y promotores del flagelo no hay que esperar nada, absolutamente nada, a menos que no sea aumentar la malversación del patrimonio público.