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Un Verdadero Bochorno – La Republica Online

Editorial

Un Verdadero Bochorno

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Los atrasos y déficits de la sociedad dominicana son un verdadero bochorno frente a los avances, sobre todo en asuntos institucionales, de otros países latinoamericanos, que es el ámbito en que debemos medirnos.

La vergüenza que tenemos que pasar los dominicanos por la desfachatez de nuestros gobernantes y también por la falta de conciencia de nuestros gobernados.

Es que hay detalles de nuestras debilidades que dan vergüenzas hablarlas y que las pueda escuchar un extranjero, porque pensaría muy mal de nosotros.

Un detalle sobresaliente de lo que decimos fue la reciente denuncia de que miles de médicos cometieron fraudes para alzarse con una sub-especialidad.

Pero todo el mundo sabe que en la República Dominicana los profesionales de la Medicina tienen formulas para pasar los exámenes de especialidades con la simple compra del cuestionario que se utiliza para evaluarlos.

Es definitivamente una vergüenza porque esa situación nos pone en peligro a todos, dado que un médico sin una buena formación y que no sabe que hacer con pacientes afectados de una determinada enfermedad,  probablemente esa persona sea un candidato a la muerte.

Ese desenlace no es motivo de preocupación en un país donde no hay un régimen de consecuencias, porque la justicia es otra vergüenza, tal vez la peor.

Sin embargo, el sector salud es un verdadero bochorno nacional, máxime cuando hay que soportar una información como la aparecida hoy en que una madre graba un video para que la gente sepa como acuestan hasta cuatro y cinco niños en una misma cama en el hospital Arturo Grullón de Santiago.

Es una situación que no da por ningún lado un razonamiento lógico por parte de los propiciadores de semejante desvergüenza y falta de delicadeza, lo cual deja clara la falta  de conocimientos elementales para que entender que eso puede ser una forma de propagar enfermedades contagiosas entre los infantes.

Sabemos que en el país las autoridades competentes siempre buscarán una quinta pata al gato para justificar lo injustificable.

Pero hay cosas peores de ahí que ocurren en los hospitales públicos de la República Dominicana, como ejemplo la denuncia hecha hace algún tiempo de que el agua usada en la morgue para higienizar los cadáveres iba directamente a la cocina de ese centro asistencial y que la misma era utilizada para lavar los platos e incluso para cocer los alimentos.

Otra situación vergonzante es el hecho de que en ese hospital hay pacientes que pasan días con sueros puestos sentados en una silla, sin que nadie se sonroje de semejante falta de consideración y sensibilidad frente a los enfermos.

Todo esto es parte de la rutina, pero el cuadro es aún mucho peor de ahí, porque en la República Dominicana el mal manejo de los hospitales públicos no es sólo un problema de falta de recursos, sino de que los mismos son malgastados y manejados a través de la cultura del dispendio que prevalece en el país.

Lo otro es que no está en discusión que la sociedad en todas sus instancias luce como cansada y tal vez hasta enferma como consecuencia de que lo mal hecho ya es parte de nuestra cultura.

Lo penoso de todo esto es que cuando aparece alguien que se expresa en contra de ese flagelo lo ven como un loco, como un anormal.

La situación es tan grave que no dude nadie que en cualquier momento encuentre a muchas personas caminando con lo cabeza hacia abajo y que aparezca una gran mayoría que defienda esa anormalidad y que pregone que así es que se camino y que el que diga lo contrario no es más que un loco y desajustado.

Porque en qué cabeza puede caber, mucho menos en la de un medico, que niños afectados de diferentes enfermedades puedan ser acostados en una misma cama, cuando lo mas probable es que haya una propagación de cualquier virus o bacteria hacia aquellos infantes  que tal vez padecen una simple alergia o cualquier otra dolencia no contagiosa

 La información parece, sin lugar a dudas, provenir de la sociedad de la ignoracia. 

La realidad, lamentablemente, no es menos de ahí

 

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