Editorial
Un zapato que le ha quedado grande al presidente
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Evidentemente que ni el PRM ni Abinader estaban preparados para tomar la rienda del país, sobre todo en medio de una crisis económica como consecuencia de la corrupción y de la pandemia.
Lo preocupante de todo esto es que los actuales funcionarios se proyectan tan en el aire que de alguna manera se legitima a aquellos que acaban de salir del poder con una buena parte o casi todos los recursos del patrimonio nacional saqueados
Esta realidad envía el mensaje de que los dominicanos estamos en medio de la delincuencia generalizada y la incapacidad de algunos que hasta por no tener la aptitud para solucionar los problemas, terminan confabulados con lo mal hecho.
El presidente Luis Abinader podrá tener buenas intenciones, lo cual naturalmente deberá confirmarse en curso de los próximos años, pero de lo que nadie tiene dudas es de que no conoce lo que representa estar al frente de un Estado, no importa que pequeño sea.
Este cuadro llena a la sociedad dominicana de incertidumbres y comienza tomar fuerza de nuevo que el único camino seguro que tiene el dominicano es largarse del país para buscar mejor suerte en tierras extranjeras.
No parece que fue del todo una buena solución fijarse en un hombre que muchas veces parece ser un zombi que no sabe hacia dónde ir y que es sorprendido por cualquier sugerencia o asesoría que lo que hace es atollarlo más.
Por eso el presente Gobierno podría pasarse los próximos cuatro años dando palos a ciegas y creándole al país serios problemas económicos, sociales, políticos e institucionales, porque el PRM con su comportamiento no parece que pueda retener el poder más allá del presente cuatrenio.
Nunca había ocurrido en la sociedad dominicana que un Gobierno antes de los cien días ya nade en un rio de dudas y de inseguridades y de tanta falta de credibilidad, así como de medidas torpes y sin ninguna justificación, máxime cuando se repiten los errores que sirvieron para sacar del poder al Partido de la Liberación Dominicana, el cual se constituyó en una vergüenza nacional
A Dios que reparta suerte.