Donación de vacunas no es una simple ayuda a países hermanos, sino que además es un mensaje de solidaridad.

Por Elba García

El Gobierno dominicano ha tenido un gesto que dice mucho en una nación donde por diversos motivos prácticamente ha desaparecido del escenario nacional valores como la solidaridad, la reciprocidad y la hermandad.

Las autoridades nacionales anunciar la donación de más de 500 mil dosis de vacunas a los países hermanos de Haití, Honduras y Guatemala pone en primer plano un gesto que ya es muy difícilmente verlo por lo menos en las relaciones interpersonales entre nuestra gente.

Por esta razón, el desprendimiento mostrado por el Gobierno dominicano no sólo envía un mensaje esperanzador para los países que conforman la comunidad internacional, sino también entre su propia población.

Hace décadas que en el país era una costumbre en la mayoría de los hogares dominicanos que el vecino le pasara un plato de comida al que vive al lado, no precisamente porque lo necesitara, sino porque era más que otra cosa una expresión de amor y de hermandad.

Sin embargo, con el pasar de los años ese valor de la solidaridad entre nuestra gente ha desaparecido, prácticamente no existe, por lo que lo decidido con las vacunas por parte del Gobierno habla muy bien y deja un buen mensaje para los de afuera y para los de adentro.

La vacuna para contrarrestar el Covid-19 le ha salido muy costosa al país, ya que ha conllevado un alto endeudamiento externo, pero esa es la mejor forma de proteger la salud de todos, incluidos otros países, ya que es una buena forma de  como se combate una pandemia y otras enfermedades que se producen cíclicamente en el mundo.

Unas quinientos mil dosis para la inoculación de los ciudadanos de países que han tenido alguna dificultad para recibir las vacunas como combatir el patógeno es una forma de decir que todos juntos somos más fuertes para evitar más daños de los causados por el coronavirus.

La República Dominicana ha adquirido ya más de 20 millones de vacunas anti-Covid y muchas de ellas deben servir para evitar que la enfermedad golpee más severamente a países hermanos como los beneficiados con la donación.

Todo el mundo sabe las dificultades que han tenido muchos países latinoamericanos para tener acceso a la inoculación contra el virus, principalmente por la vocación acaparadora de naciones altamente desarrolladas que compraron vacunas muchas veces más que su población, como por ejemplo los Estados Unidos.

La decisión a este respecto del Gobierno ayuda a por lo menos revivir en el pueblo dominicano los valores de la solidaridad, la reciprocidad y la hermandad que tanta falta hacen en un mundo lleno de egoísmo, envidia y malquerencia.

Lo dispuesto por las autoridades habla muy bien de la República Dominicana y de su gente, cuyas cartas de presentación siempre ha sido la entrega y el amor por los demás.

A esta donación de vacunas se une la responsabilidad del Gobierno de vacunar a los extranjeros que viven en el país sin ningún costo para ellos, como haitianos y venezolanos, por sólo citar a dos grupos que han buscado refugio en el territorio nacional.

Se impone recurrir a la famosa expresión popular que dice así se hace patria y el país de ese modo deja claro que asimiló muy bien el mensaje enviado al respecto por la Organización Mundial de la Salud (OMS).