Una Cruzada que debe perdurar en el tiempo.

No parecen ser muchas las personas, sobre todo los votantes, que asumen con seriedad las amenazas que se ciernen sobre la República Dominicana.

En realidad, es peor de que lo que cualquiera se pueda imaginar, máxime se el asunto se analiza desde la perspectiva de cómo de forma individual el fenómeno impacta a la gente.

Este periódico se resiste a creer que esta debacle que se ve venir en contra del país pueda sufrir un cambio importante si la gente no cambia de actitud, si no asume una visión más critica de aquellos que van al Estado a querer llevárselo todo en detrimento de los sectores más vulnerable de la sociedad.

Se puede afirmar que en el país tal vez no se puede hablar de poblada ni de otro tipo de violencia y mucho menos de guerra o de la industria del secuestro, porque entre los dominicanos prevalece una cultura del conformismo que de alguna manera es una especie de dique de contención de lo peor.

Es que el país tiene un profundo problema de conciencia social, porque aun aquel que no tiene nada, tal vez ni para comer, es incluso más conservador el que tiene razón para serlo.

Es un problema complejo y difícil de descifrar a partir de la sociología política, porque en cualquier otro lugar del mundo la inconformidad fuera mayor y más peligrosa.

Desde cualquier perspectiva que sea vea la situación, tiene un gran valor el pronunciamiento de la Iglesia Católica, a propósito de la Semana Santa, días de reflexión y recogimiento.

El amor familiar permite también sensibilizar mucho más los temas complicados que hoy abaten el país, como el referente a los antivalores que promueve la partidocracia como una forma de legitimar su reprochable conducta.

De manera, que no queda de otra que reforzar los mensajes que vayan en una dirección contraria de los que promueven los partidos políticos, los cuales con su comportamiento se constituyen en los principales enemigos del avance social y económico de la nación.

Se debe acelerar el paso para salirle al frente a un mal que de no ser así nos arropará sin espacio ni para respirar.