Editorial
Una economía subterránea asociada al crimen organizado.
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Estos fenómenos del crimen organizado y la violencia asociada a otros ilícitos como la trata de personas, los delitos sexuales, entre otros, son una causa de atraso y de bajo crecimiento humano en países como la República Dominicana.
Estos problemas representan un gran reto para todos los actores de la vida nacional, pero causa un poco de pesimismo el hecho de que el país carece de una cultura de planificación y de prevención para enfrentarlos.
Esa realidad constituye el principal escollo para lograr el avance que se necesita y convertir el país en una nación diferente.
Cuando el asunto se analiza desde la perspectiva de los partidos políticos, necesariamente hay que concluir que por ahí no hay mucho que buscar, porque su comportamiento lo dice todo, ya que son promotores, tal vez los principales, de los flagelos mencionados más arriba.
Promueven, sin ninguna duda, el narcotráfico a través de una economía subterránea, la corrupción en sentido general y la violencia.
La pregunta que se impone es la siguiente: realmente, el país cuenta con las herramientas para combatir los flagelos mencionados por la PNUD?
No parece que así sea.
Porque la mayor potencialidad con que cuenta el país es con un nivel de improvisación que envía el mensaje que con esa conducta es muy difícil poner el Estado al servicio del desarrollo humano a través de mecanismo que combaten el crimen.
El cuadro presentado por este informe luce muy preocupante, porque esa cultura de la avaricia y ansia de poder que prevalece en la sociedad dominicana no es tan fácil de romper, sobre todo cuando los partidos políticos van de mal en peor.
No hay nada que los haga cambiar y ellos son los que tienen el control del Estado, el cual luce cada día más deficiente y cadavérico.