La invasión de Rusia a Ucrania presagia un aumento de la tensión entre las superpotencias en el mundo, dado que todo parece producirse frente al deterioro o disminución del poder decisivo de los Estados Unidos.
El mundo observó hace algunos meses como los Estados Unidos tuvieron que prácticamente abandonar humillados a Afganistán y tolerar la reinstalación en el poder de los ya famosos talibanes.
El aeropuerto internacional de este país, localizado en su capital Kabul, fue el escenario de un espectáculo en el que el imperio del norte quedó derrotado, degradado y también humillado con personas que huían en diferentes direcciones y colgados de los aviones ante la amenaza del retorno al poder de los fundamentalistas.
Ese cuadro dejó más que clara la degradación del imperio norteamericano en razón de que sus militares tenían el control del aeropuerto, pero aun así la gente no sentía seguridad y corría con desesperación para encaramarse en un avión para irse del país con el riesgo de perder su vida.
El caso de los Estados Unidos fue como cuando un león, el rey de la selva, está desganado como consecuencia de una enfermedad que disminuye a prácticamente nada su agresividad.
Ahora la historia se repite con lo ocurrido en Ucrania, cuya acción de Rusia ha dejado en una actitud contemplativo a los Estados Unidos, cuya reacción tiene su explicación en el proceso de degradación que sufre.
Los hechos hablan por sí solo de la tan mencionada degradación o camino a la desaparición del imperio norteamericano, cuyas consecuencias todavía pueden ser peores en los diferentes terrenos donde tiene fortalezas, como los organismos económicos multilaterales.
Podría decirse que la invasión a Ucrania no ha sido más sanguinaria porque los Estados Unidos ante su evidente debilidad ha decidido o no ha podido tomar acción militar para ayudar a un aliado que ha implorado por el auxilio de occidente.
Si bien es cierto que regularmente los imperios respetan el territorio de su contrario, parece que esa no ha sido del todo la causa que ha impedido una reacción diferente de los Estados Unidos.
El precedente sentado por Rusia, que se ha negado a escuchar el pedido del concierto de países de la comunidad internacional de que no invadiera a Ucrania, plantea la posibilidad que esta superpotencia no detenga su política intervencionista en aquellos naciones que se nieguen a acoger su pedido como Suecia y Finlandia, los cuales ya han sido advertidos de no ingresar a la OTAN.
La degradación del imperio norteamericano es todavía una hipótesis, pero la realidad del asunto podrá comprobarse con lo que pueda ocurrir en el curso de los días por venir.
Lo cierto es que lo ocurrido en Ucrania permite a Rusia continuar con sus pretensiones imperiales, sobre todo después de la comprobada debilidad de los Estados Unidos como imperio hegemónico del mundo.
Ya veremos.