A pesar de que en la sociedad dominicana el que comete el crimen de corrupción administrativa anda casi siempre con el cuerpo del delito arrastro, el cual es regularmente un carro de lujo, una mansión o depósitos en los bancos que no tienen como justificar.
Pero ése que no tenía en que caerse muerto cuando llegó a la administración pública, va a los medios de comunicación y cualquiera lo compra como un angelito.
Lo peor de esa simulación es que la cultura de la apariencia lo traiciona, porque siempre quiere hacerle ver a la gente que le conoce desde la infancia de que ha tenido una buena acumulación económica, no importa como haya sido.
Sus principales defensores son aquellos a los que ese sujeto les da algunas migajas, cuyo buen ejemplo de este cuadro es lo que pasó en el país con el caso Quirino, quien encontró hasta conocidos abogados que consideraban que sus aspiraciones de ser senador por Pedernales eran legítimas e incluso hubo miles de ciudadanos de esa provincia que se lanzaron a las calles para pedir a viva voz su postulación.
Esa situación indica lo mal que anda la sociedad dominicana, tal como ocurre ahora que periodistas nacionales que han explotado porque fueron apresadas las principales figuras del gobierno de Danilo Medina y hablan de que la democracia corre peligro, cuando en realidad la sociedad estuviera seriamente amenazada si en el país no hay una real persecución en contra de los que van al Estado a apropiarse de lo que no es suyo.
El escenario que se presenta en el país por las persecuciones del Ministerio Público deja claro el nivel de distorsión y de corrompimiento, así como de complicidad que prevalece en prácticamente todos los estratos sociales, la cual sí constituye una razón más que suficiente para que todo el mundo esté muy preocupado.
Lo grave y complicado de estos procesos es que comprometen a mucha gente, no importa que no estén imputados, porque su moral está seriamente cuestionada, como por ejemplo la del presidente Luis Abinader, ya que mientras el jefe de Estado no aclare lo que dijo Angel Lockuard, en el sentido de que le donó 400 millones de pesos para la pasada campaña electoral., se mantiene la duda al respecto, sobre todo porque son unos recursos que han sido sustraídos a la administración pública que él ha proclamado que quiere adecentar.
De manera, que este tipo de proceso a nivel del delito de cuello blanco no sólo impacta a los que aparecen en primer orden, sino también a otros que incurrieron en la misma irregularidad, pero desde una posición, podría decirse, secundaria.
Pero unos y otros quedan comprometidos con una deuda que tarde o temprano deberán saldar a la sociedad dominicana.
Ahora lo que nunca se debe esperar es que entren en conflicto con su conciencia, porque están formados para cometer este tipo de ilícito y comportarse como si nada hubiera ocurrido, lo cual es propio de todas las organizaciones que conforman la partidocracia, porque van a la política no a servir, sino a servirse.