Una transformación que no es tan fácil de ver.

La falta de planes y programas de los diferentes partidos políticos convierten en una quimera la anhelada erradicación de la violencia y discriminación en contra de la mujer.

No hay un solo partido que tenga planteamientos claros y  bien concebidos en contra de un flagelo que hoy mantiene una herida lacerante en nuestro cuerpo social.

Es un cáncer que para extirparlo habría que hacer una cirugía larga y dolorosa en la sociedad dominicana, sobre todo cuando el proceso de sanación parece traumatizante e irrecuperable.

El problema de los feminicidios es una expresión del neoliberalismo, pero también de una cultura en la que se aplaude la conducta desviada del hombre.

En realidad en el país no hay un solo partido político que haya hecho un estudio profundo para contrarrestar el flagelo, como tampoco lo ha hecho para corregir todos los problemas que hoy golpean severamente a la sociedad.

Todo lo contrario, el partido político como protagonista de lo bueno o lo malo que se puede hacer desde el Estado, empeora los problemas y profundiza los antivalores, constituyéndose en una retranca para el cambio que ya debió producirse en favor de las amplias mayorías nacionales, pero principalmente de la mujer.

Muy difícilmente mientras la sociedad dominicana no de un cambio hacia la planificación a corto, mediano y largo plazo, el país verá disminuirse la violencia y la discriminación en contra de la mujer.

Lo preocupante es cada día empeoramos en estos asuntos, porque lamentablemente  se profundiza el problema  y se empeoran las visiones para la solución de los problemas nacionales, todo como resultado del no estudio de la causa y de la falta de planes a partir de la  de los factores  que los generan.

Sin embargo, ojalá que el papel que ahora juegan muchas mujeres pueda ser el inicio de una forma de hacer política que implique el cambio que tanto deseamos para bien de todos.