Desde hace décadas que en la República Dominicana se habla de empoderamiento ciudadano para contrarrestar la corrupción y la impunidad, dos fenómenos hijos legítimos de la falta de institucionalidad.
Este domingo 16 está en juego un aspecto vital de la democracia, como lo es la alternabilidad en el poder, aun la mayoría de los partidos adolezcan de fallas estructurales y operacionales, lo que prácticamente los inhabilita para hacer grandes y profundos cambios.
La dominicana es una sociedad con grades precariedades, cuyas deficiencias se pueden ver en el día a día, no sólo en el sector público, sino también en el privado.
Tal vez para superar estas deficiencias o discapacidades tome décadas, pero hay que acelerar el paso para que el ciudadano juegue su papel y entienda que sólo con su empoderamiento podríamos arribar a un país diferente.
Mientras eso no ocurra, la República Dominicana tendrá un sistema educativo vergonzante, unos hospitales que son un bochorno en cualquier sociedad por pobre y deficiente que sea y asimismo con dificultades en lo penitenciario, lo judicial y en otros estamentos que son de primer orden para mejorar un país.
Lo cierto que las elecciones son el instrumento ideal en cualquier sistema democrático para que los países se den el gobierno que se merecen, no hay otra vía, sobre todo si se trata de una sociedad fundamentalmente pequeña burguesa como la dominicana.
La historia del país habrá que contarla de nuevo si los gobiernos que surjan de las elecciones municipales y nacionales responden a las grandes expectativas creadas a propósito de su celebración.
La corrupción que prevalece en el país es que quizás la más grande de toda su historia, pero de lo que sí estamos plenamente seguros es de que se trata de la mas descarado de toda nuestra historia republicana.
Esa corrupción sin miramiento pone en peligro el estado de derecho, porque con ella se pierde el derecho a la salud, a la educación y al bienestar general de la población, cuyas consecuencias son catastróficas para millones de dominicanos.
El reto de este 16 de febrero no se trata de un juego, sino de una responsabilidad que podría tener un impacto muy positivo o muy negativo en contra de un país del tercer mundo, donde cualquier mal manejo, por ejemplo de su economía, lo puede llevar a su colapso total.
De manera, que el momento es para acudir a las urnas y revertir una realidad que nos golpea a todos.