Opinión
Incoherente y absurda propuesta
Published
5 años agoon
Por Juan Bolívar Díaz
Apenas se aliviaba la sociedad dominicana del estrés y la incertidumbre a que la sometieron durante el último año los promotores de la fracasada reforma constitucional para posibilitar una tercera postulación presidencial de Danilo Medina, cuando sólo tres días después se produjo una nueva propuesta, dc los dirigentes reformistas Federico Antún y Rogelio Genao, cuyo partido no tomó parte del debate que culminó con la capitulación del mandatario.
Más sorprendente resultó la velocidad con que al día siguiente el expresidente Hipólito Mejía, precandidato presidencial del Partido Revolucionario Moderno, sin esperar una ponderación en su propia organización, se precipitó a respaldar la iniciativa para lo que sería la quinta reforma constitucional en los últimos 25 años.
Tanto la propuesta reformista como el único respaldo significativo comenzaron enumerando temas que podrían ser discutibles, para culminar en lo que parece el objetivo, un salva vida político para que el ciudadano Danilo Medina pueda volver a optar por la presidencia de la República a partir del 2024, es decir con un descanso de 4 años. Se trata de un verdadero absurdo cuando al mismo tiempo ratifican la preferencia por el enunciado de la actual Constitución, cuyo artículo 124 establece que “El Presidente o la Presidenta de la República podrá optar por un segundo período constitucional consecutivo y no podrá postularse jamás al mismo cargo ni a la Vicepresidencia de la República”.
Resulta muy difícil entender por qué dirigentes de oposición que dicen compartir y ratificar el modelo de los dos períodos y nunca jamás, proponen que al presidente saliente, que culmina su segundo mandato, y quien acaba de decir que es la fórmula por él también preferida, haya que regalarle que pueda optar por dos períodos más. Tanta generosidad política tiene que generar confusión y ruidos que en nada benefician a los proponentes.
Dicho sea de paso, la fórmula de los dos períodos y nunca jamás fue la optada por el presidente Hipólito Mejía en la reforma constitucional del 2002, modificada por la Constitución del 2010 del presidente Leonel Fernández, aunque éste también dijo varias veces que era lo que prefería, y que le tocó restaurarla al presidente Medina con su reforma del 2015 para agenciarse el segundo período que está agotando. No es posible mayor incoherencia.
Tiene razón Participación Ciudadana al advertir que cuando comience la próxima legislatura faltarán apenas 6 semanas para las elecciones primarias del 6 de octubre, y luego de inmediato comenzará una campaña electoral, coyuntura absolutamente inapropiada para el debate de 11 modificaciones constitucionales, todas las cuales meritorias de ponderación y consenso. No hay razón para otra reforma constitucional precipitada. Si procede, debe dejarse al Congreso que será electo dentro de 9 meses, más aún cuando la gran mayoría de los actuales legisladores fueron responsables de la reforma integral del 2010 y de la oportunista del 2015. Lo del costo de las elecciones separadas es un pretexto engaña bobos, porque se sabía, pues así quedaron desde la reforma de 1994, con la diferencia de que era a mitad del período presidencial.
Por fortuna hasta el momento la propuesta no ha contado con el aval de una sola de los 27 organizaciones políticas reconocidas, ya que Antún y Genao la presentaron sin siquiera buscar el de un organismo de su Partido Reformista Social Cristiano, varios de cuyos dirigentes ya salieron a rechazarla. Lo mejor que pudiera ocurrirle es que se le deje morir de inanición, por falta de aliento, que no lo merece.
Al presidente Danilo Medina lo que le corresponde es concluir su segundo período con el mayor empeño en alcanzar metas de interés nacional, que tiene por montones, como planteó en el discurso del día 22 cuando desestimó ir más allá de lo establecido en su propia Constitución, la que él promulgó en el 2015. Tal vez porque era consciente del alivio que su decisión produciría en la sociedad dominicana, ni a él se le ocurrió solicitar que le regalan la posibilidad de optar más tarde por otros 8 años de gobierno.
La República Dominicana necesita ratificar que sus gobernantes tienen un tiempo limitado de ejercicio, para reducir el presidencialismo, el caudillismo y el providencialismo que desde su fundación han castrado el fortalecimiento de la institucionalidad democrática. Cuando se den las condiciones elementales para una ponderada reforma constitucional, debe optarse por mayores requisitos para modificar la temporalidad de los mandatos e instituir el principio de que ningún presidente pueda introducir cambios para su propio beneficio.-
Por Elba García Hernández
En los últimos días del presente año 2024 he tenido la obligación y el deber de defender derechos fundamentales ante el Tribunal Superior Administrativo y he podido comprobar lo mal que está el país en materia de justicia.
Los abusos de poder se observan en esta jurisdicción de Derecho Administrativo en cualquiera de las salas que conocen las litis que se presentan entre la administración y los administrados.
Es penoso ver como los abogados repiten como papagayos los mismos argumentos en los diferentes casos que en esta instancia se conocen. Pero peor aún el nivel de los jueces que manejan los casos.
En esta jurisdicción hay un nivel de razonabilidad que sonroja a cualquier profesional del derecho, pero las cosas se complican cuando se examinan las sentencias que emiten los juzgadores de una jurisdicción que está estrechamente vinculada con el Derecho Constitucional.
Es tanto así, que muchos de los jueces están más interesados en penalizar a las partes sobre la base de disposiciones arbitrarias e ilegales de comisionar un alguacil de estrado para que haga nuevas notificaciones y cobrarles a los litigantes por ese concepto hasta 20 mil pesos cuando se trata de conflictos legales que provienen del interior del país.
Cualquiera se forja la impresión de que existe una sociedad para hacer dinero mediante las notificaciones entre los alguaciles de estrados y los magistrados que presiden salas en el Tribunal Superior Administrativo.
Lo preocupante de este asunto es que cuando no se satisface el deseo del juez o del alguacil de estrado, ese disgusto se refleja en la sentencia que emite el tribunal.
Otro detalle importante de lo mal que se manejan algunas salas del Tribunal Superior Administrativo es que se agarran de cualquier detalle insignificante para justificar una sentencia en contra del que no se acoge a la comisión de un alguacil para fines de nueva notificación.
Impresiona, además, el poco nivel de razonabilidad de los que participan de las audiencias que se celebraran en el Tribunal Superior Administrativo.
En realidad, parece un juego de niños, lo cual desmiente los supuestos avances en Derecho Administrativo, porque la verdad es que lo ocurre en esta jurisdicción de la justicia deja mucho que desear.
Por José Cabral
El panorama que se observa en el país lleva a cualquier persona, por optimista que sea, a sentir que todo se derrumba y que nada tiene solución. No hay un solo estamento estatal que indique que el país transita por un buen camino.
Esto así, porque si al azar se escoge cualquier instancia, pública o privada, fácilmente se llega a la conclusión de que prácticamente todo está perdido. Son prácticamente nulos los referentes que indican que en el futuro se alcanzaría una mejor nación.
El principal fracaso de la sociedad dominicana tiene que ver con el fiasco que representa el Ministerio Público y la judicatura nacional, donde uno apoya la ilegalidad del otro. Es un asunto para mantenerse seriamente preocupado.
En realidad, no se sabe cuál si el fiscal o juez anda peor, pero de lo que sí se puede estar seguro es de que ambos transitan por un camino que solo garantiza el abismo de la nación.
En el país no hay proceso penal que termine de buena manera, pero tanto el Ministerio Público como los jueces recurren permanentemente a decisiones al margen de las leyes que les sirven de sustento.
El Ministerio Público sólo parece ser bueno para manejar casos de importancia mediática, mientras que los jueces se han especialistas en emitir sentencias al margen de las normas y de los derechos, deberes y principios fundamentales.
Es una verdadera vergüenza lo que ocurre en el país, ya que tribunales como el Superior Administrativo, donde el administrado busca liberarse de los abusos de la administración, tiene un nivel similar al de un juzgado de paz. Sus jueces carecen de razonabilidad y muchas veces hasta de sentido común.
En el sistema de justicia nacional se produce una verdadera negación de derechos, pero el hecho de que los jueces no puedan ser procesados por muchos de los casos que fallan, ya que hasta las acciones de amparo no pueden ser interpuestas en contra de los tribunales nacionales, habla claro de la trampa en que está envuelto el ciudadano.
Es decir, que, aunque existe la querella disciplinaria, la recusación e incluso la prevaricación, es una batalla como aquella siempre citada entre el huevo y la piedra, porque la complicidad se extiende de un lado a otro sin excluir a prácticamente la totalidad de los actores del sistema de justicia.
Adentrarse en el comportamiento de la justicia y del Ministerio Público es una razón determinante para frustrarse o resentirse, aunque, naturalmente, este mal debe combatirse con herramientas que tal vez algún día surtan efecto.
Por Nelson Encarnación
Algunas personas han llegado a afirmar que el juego de béisbol no es un deporte, sino un pasatiempo que sirve de entretenimiento a toda la familia, la que puede tener un importante consumo mientras transcurre un partido de nueve entradas, por lo general lento.
Sin embargo, somos más los que sostenemos lo contrario, no porque seamos fanáticos o seguidores, sino porque una contienda en la que medie la aplicación de estrategias no puede ser un simple pasatiempo.
Las estrategias son fundamentales en el juego de pelota, sin las cuales el resultado no puede ser el esperado, aunque no siempre estas funcionen. Como en toda actividad humana, inclusive en la guerra.
Hechas estas disquisiciones, pasamos a no entender qué ha provocado el impresionante descalabro, el resbalón sin final que ha abatido a los Leones del Escogido.
No se explica que un equipo que en los primeros 20 juegos del presente campeonato obtuvo quince victorias, haya caído a un abismo, tan profundo que, al día de hoy, está en la peligrosa ruta de quedar fuera de la siguiente ronda.
Es como estar con respiración asistida, mantenerse vivo gracias a la buena fortaleza física que se acumuló—15 victorias contra 5 derrotas—, pero no suficiente como para rebasar de manera exitosa un estado comatoso.
¿Qué hará la gerencia del equipo capitalino para tratar de revertir la ruta hacia el fondo? No preveo una opción, sobre todo, al recordar lo declarado hace un par de años por uno de los dueños del “Duro de matar”.
¿Qué dijo ese ejecutivo? Que al equipo le es económicamente más rentable quedar fuera en la serie regular que pasar a las siguientes. Algo así o algo peor, según recuerdo.
Cuando leí aquello tuve que remontarme a los pleitos con mi difunto padre—liceísta furibundo—que no asimilaba derrota frente al “eterno rival”, y yo, como escogidista, le daba la cuerda, corriendo riesgo de unos correazos por irreverente. De este tamaño ha sido mi escogidismo.
¿Hay escasez de cartera en la gerencia del equipo rojo? No lo creo. ¿Falta estrategia para la ofensiva? Lo creo un poco. ¿Cayó por un barranco irrecuperable el pitcheo de los Leones? Me quedo con esta.
Frente al despeñadero actual, los rojos no tenemos muchas esperanzas. Y por favor, no echemos la culpa al mánager Pujols.