El Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmaron una mejoría en los países latinoamericanos y del Caribe, con excepción de Venezuela y Trinidad y Tobago, y estiman que la región crecerá este año en torno al 1,2 %, cifra que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) eleva al 1,5 %.
Ese avance tuvo lugar en un ambiente de reactivación mundial, especialmente de EEUU y China, principales compradores de materias primas latinoamericanas, y de la esperada recuperación en los precios de los «commodities», incluido el petróleo.
«Lo más destacable es que, tras dos años de contracción, América Latina vuelve a crecer. No mucho: entre 1,5 % y 1,7 %, pero es mejor de lo que se esperaba», dijo a Efe el economista jefe del BID, José Juan Ruiz, quien ve posible alcanzar la «velocidad de crucero» en 2018.
Después de una contracción de 0,9 % en 2016, se logró un impulso por la recuperación de Brasil y Argentina y la fortaleza de Centroamérica, que crecerá alrededor de 3,8 % este año, casi el triple del promedio regional.
Latinoamérica tiene «una realidad heterogénea», explicó Ruiz, «pero lo que explica el crecimiento es que los países en crisis en 2016 eran siete y ahora han salido de allí dos de los más importantes: Brasil y Argentina», con un crecimiento este año de 0,7 % y 2,5 %, respectivamente.
Según los organismos mencionados, Argentina se ha visto apoyada por la demanda interna, la caída de la inflación y mayores inversiones en infraestructura.
Mientras en Brasil, tras «ocho trimestres de caídas consecutivas, el crecimiento finalmente ha vuelto», aunque la confianza sigue siendo sensible a la situación política.
La incertidumbre política será el común denominador en 2018, dado que varios países celebran elecciones, entre ellos Brasil, Colombia, México y Paraguay, a las que se suma el cambio de Gobierno en Chile en marzo.
«El próximo año el 80 % de la población latinoamericana elige nuevo Gobierno y en ese contexto los inversores son cautelosos», afirmó a Efe Giorgio Trettenero, secretario general de la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban), al alertar sobre «discursos populistas» que amenazan el equilibrio fiscal y comercial.
Trettenero subrayó el caso de México, que tendrá presidenciales y legislativas en julio y donde este año y el próximo se esperan repuntes del 2 %, en medio de la inquietud por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el impacto por las reformas y las licitaciones en el sector energético.
En ese contexto, México, Chile, Perú y Colombia son los que muestran más oportunidades a la inversión, según Liliana Espinosa, líder de Fusiones y Adquisiciones para América Latina de la firma global Baker McKenzie.
Se calcula que Chile crecerá un 1,4 % este año y 2,5 % en 2018, ante el repunte de los precios del cobre; mientras Colombia avanzará un 1,7 % y 2,8, respectivamente, con el impulso a las inversiones que ha dado el acuerdo de paz con las FARC.
Perú sigue por encima del promedio regional, indica Trettenero, con un alza del 2,7 % este año, pese a las pérdidas causadas por las inundaciones.
En la misma línea, según el FMI, se mueven Bolivia (con 4,2 % en 2017 y 4 % en 2018) y Paraguay (3,9 % y 4 %), los dos países con mayor crecimiento de Suramérica, y Uruguay (3,5 % y 3,1 %), animados por la demanda interna y la expansión del crédito.
En el lado opuesto se mantienen Ecuador, Venezuela y Trinidad y Tobago, los dos últimos con su cuarto año de recesión.
Se estima que Venezuela, que también tendrá comicios presidenciales en 2018, se contraerá más del 10 % este año y un 6 % el próximo, en el marco del recrudecimiento de la crisis política y humanitaria y de una inflación del 652,7 %.
«La situación de Venezuela es muy complicada. Es muy difícil de predecir porque hay muchos factores más allá de los económicos», afirmó el economista jefe del BID, al resaltar que el caso de Ecuador es «muy diferente».
Después de contraerse 1,5 % en 2016, se prevé que la economía ecuatoriana avance 0,2 % este año, tras las reformas emprendidas por el nuevo Gobierno para paliar la reducción de los precios del petróleo, los efectos del terremoto de 2016 y la apreciación del dólar.