Bogotá, 7 mar (EFE).- El acceso de personas transgénero a la política en América Latina va en aumento y, cada día, es más notoria su participación en las campañas electorales en busca de su lugar en la escena pública.
Colombia, por ejemplo, que celebra el próximo fin de semana elecciones legislativas, cuenta con dos candidatas transgénero con posibilidades de alcanzar un asiento en el Congreso de la República.
Ambas, Tatiana Piñeros, por la lista de la Decencia, y Akemi Sofía Rave, por Alianza Verde, quieren ser las primeras senadoras trans de Colombia.
“Quiero ser parte de la solución. Si llego al Senado voy a dar un mensaje muy fuerte de que todo cambió, quiero comenzar a reconciliar a este país”, señala Piñeros en declaraciones a Efe.
La candidata, que fue responsable de turismo en Bogotá de la anterior Administración municipal, no esconde su orgullo al reclamar “un espacio que ha sido vetado a lo largo de la historia”.
En la actualidad, solo Ecuador y Venezuela cuentan con representantes transgénero en sus Parlamentos nacionales en Latinoamérica.
La abogada Tamara Andrián ganó su escaño por la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) en la Asamblea Nacional de Venezuela en 2015.
Por su parte, en Ecuador, la activista Diane Rodríguez fue elegida diputada a la Asamblea Nacional en mayo de 2017.
“Significa mucho para mí ser la primera persona trans en la Asamblea. Es abrir paso a las nuevas generaciones como fue la lucha de las mujeres, como Matilde Hidalgo, la primera mujer sufragista de Ecuador y de América Latina”, afirma Rodríguez en conversación desde Guayaquil con Efe.
En Uruguay, Michelle Suárez, del Frente Amplio, fue la primera legisladora transexual de la historia del país pero vio truncada su carrera política en diciembre de 2017 por un caso de fraude en una actividad privada.
Sin llegar al curul, candidatas como Dayanna Hernández, en las elecciones de febrero en Costa Rica, o Kendra Jordany en los comicios de Honduras, han tratado de alcanzar, recientemente, a las más altas instituciones.
Este cambio político se refleja también en otros escalones de la Administración.
En México, Rubi Anayanzi Suárez es, desde 2016, concejala del ayuntamiento de Guanajuato y primer transgénero en llegar a un cargo público en el país azteca.
Siguen su camino Juliana Pineda y Adriana Aguilar que optan a las alcaldías de Lázaro Cárdenas y de Uruapan, respectivamente, en las elecciones del 1 de julio.
“En América Latina hemos visto defensores y personas transgénero atacadas y a gobiernos que son lentos a la hora de investigar y prevenir futuros crímenes de odio. Sin embargo, hay fuertes líderes trans en la región que se postulan para mejorar la vida de la comunidad”, destaca Luis Abolafia, director del Programa Internacional del LGBTQ Victory Institute en Washington (EE.UU.).
Este observatorio, que evalúa el desarrollo de la inclusión en política en EE.UU., apoya con campañas como “Vote for Equality” el progreso de las comunidades LGBT en América Latina.
Según Abolafia, “se está viviendo un progreso enorme. En Estados Unidos, 2017 fue nombrado el Año del Candidato Trans, debido al número de personas trans que se postularon a cargos públicos. Esa tendencia también se da en otros países de América”.
Casos como el del exsoldado y analista de inteligencia del Ejército de EE.UU., Chelsea Manning, que ha presentado su candidatura al Senado por Maryland para las elecciones del próximo noviembre, o el de Danica Roem, que ganó el año pasado su puesto como miembro de la Cámara de Delegados de Virginia, confirman esta tendencia en el gigante del norte.
Según la diputada Diane Rodríguez, “el hecho de estar más conectadas con la ciudadanía y de ocuparnos de temas sensibles que afectan a todos, no solo a la comunidad LGBT, hace más fuerte al movimiento”.
De igual manera se pronuncia la candidata Tatiana Piñeros que considera que llegar a un puesto de poder manda el mensaje de “sí, se puede”.
“La mayoría de las personas trans queremos salud, trabajo, educación, poder salir a la calle. Somos como el resto y hemos visto que tenemos que participar para mejorar nuestra situación”, añade Piñeros.
Hasta hace pocos años, las personas transgénero no tenían esta visibilidad política. Pese a los índices de violencia en la comunidad -la expectativa de vida es de 35 años, según Piñeros-, las personas trans están ocupando un nuevo espacio que, para Rodríguez, “es imparable”. EFE