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Editorial

La Polarización ya es una Realidad.

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A ocho meses de las elecciones generales de la República Dominicana para escoger al presidente y al vicepresidente de la nación, ya se observa una repetición de lo que ocurre en cada evento de esta naturaleza cada cuatro años.

Los partidos que constituyen una verdadera desgracia nacional logran focalizar la atención solo en ellos como resultado de la falta de capacidad política de la oposición decente del país.

En estos momentos todo gira alrededor de los  partidos de la Liberación Dominicana (PLD) y el  Revolucionario Moderno, naturalmente con una protagonización del primero, como resultado de la confrontación entre leonelistas y danilistas y además porque, por lo menos uno de esos grupos, tiene el control de las arcas nacionales.

La gente no tiene espacio para otras propuestas, porque los llamados partidos alternativos están nati-muertos por diversas razones, pero principalmente porque no saben apelar a altas políticas para colocarse entre las opciones con verdadera vocación de poder frente al votante.

Por esa razón es que no superan una votación de un uno o algo más de un uno por ciento en las elecciones, pero además porque también están impactados por los valores anti-democráticos que tanto daño le han  hecho al país.

En estas organizaciones todo el mundo quiere ser jefe, lo cual también explica que carecen de un liderazgo legitimado por su base de sustentación, sino  por escogencias caprichosas que no ayudan a su crecimiento y a convertirse en verdaderas opciones de poder.

La polarización también tiene su explicación en que los dominicanos ven la política partidista como aquella que les puede proporcionar beneficio individual, es como se tratara de ir a buscar un empleo, naturalmente guardando las diferencias, dado que  prácticamente nadie acude un micro negocio para trabajar, sino a las grandes empresas, las que están colocadas en la macroeconomía, porque persiguen un trabajo de cierta calidad.

Los partidos políticos son vistos como instrumentos para procurar la solución de problemas individuales, como la consecución de un apartamento de los que distribuye el Estado, un empleo o cualquier otra vía de garantizar la comida y las demás necesidades elementales de la familia o sencillamente reclamar un cargo público, que es para los que están en la cúspide  de estas organizaciones, para enriquecerse mediante sueldos muy altos o a través de la corrupción administrativa.

Por estas causas es muy difícil que una persona del pueblo, con una muy escasa formación política y de principios éticos y morales, pueda fijarse en un partido alternativo, porque sólo eso pasa con aquellos ciudadanos que creen en los valores democráticos y en la lucha por las transformaciones colectivas en la sociedad.

El crecimiento cuantitativo, en términos de grandes votaciones, está determinado por concebir propuestas encantadoras que sirvan para crear vocación de poder y enamorar a la gente de su proyecto, pero esto solo no basta, sino con la escogencia de candidatos que sean  atractivos, con un discurso penetrante, que solo puede lograrse cuando se conjugan una serie de condiciones en el político, algunas de las cuales son hasta innatas, como el ángel y el aura, cuyos atributos deben ir acompañados de un discurso rítmico y coherente.

Pero lamentablemente hasta el momento eso no ha sido posible, por lo que la polarización en favor de los partidos tradicionales, a pesar de sus desastrosas obras de gobierno, seguirá siendo una realidad dolorosa y terrible para el futuro, la prosperidad y la bonanza de la sociedad dominicana.

 

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Editorial

La solemnidad de una justicia con pies de barro.

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La promoción de la vía de hecho por la ineficacia de la justicia nacional, son muy pocos los quieren verla, unos por su baja formación y su pensamiento no profundo y otros porque son parte del mal.

Pero lo cierto es que el fenómeno constituye un problema de una magnitud insospechada y de una peligrosidad que amenaza las propias entrañas de la fallida democracia nacional.

El asunto no parece tener una solución fácil en razón de que tiene un componente profundamente político y cultural.

Los debilidad y la vocación de violar la ley suprema y las adjetivas de la noción puede echarlo todo a perder, sobre todo porque no se trata de un mal a nivel de una sola instancia publica, sino de todo el tejido social e institucional.

El nivel de la problemática del sistema de justicia nacional se podría convertir en una falta que también comprometa la responsabilidad civil y penal del Estado porque se trata de la violación de derechos humanos fundamentales protegidos por el derecho internacional,

Son múltiples y variadas las violaciones de los derechos fundamentales en que incurren los tribunales nacionales a través del no respeto de los plazos razonables y en consecuencia de la tutela judicial efectiva, el debido proceso y el derecho a la defensa.

Otros principios constitucionales violados por los actores del sistema de justicia son el de celeridad, economía procesal y el de analogía, así como el del juez natural y el de estatuir ante pruebas aportadas por las partes,

En realidad se trata de un asunto de una dimensión inmedible, cuya solución no parece tan simple y sencilla.

Ahora mismo puede decirse  con toda seguridad que la ineficacia y contaminación politiquera del sistema de justicia produce en la nación un efecto que lo daña todo, absolutamente todo.

Es un verdadero cáncer que impacta todo el cuerpo social de la Republica Dominicana

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Editorial

Un problema que no se ve a simple vista.

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La educación superior dominicana, que como bien se establece en el reportaje que aparece en la sección “De Portada” de este diario, implica un problema que debe motivar profundas reflexiones para que el país se avoque a pasar de la deficiencia a la calidad de la enseñanza universitaria.

Pero este es un asunto que sólo puede solucionarlo el Estado, el cual no está en capacidad de dar los pasos para que al cabo de algunos años el cuadro pueda dar un giro positivo.

La tendencia entre los dominicanos es sólo ver lo que está frente a ellos, sobre todo en materia de educación universitaria, pero no hay forma de llevar su mirada crítica a lo que requiere de un esfuerzo más profundo y exhaustivo.

El gran problema de la educación superior del país es que no sólo la situación depende de la negligencia y la deficiencia del Estado, sino que además que no se cuenta con una cultura para crear un cuerpo profesoral preparado para impartir docencia a nivel universitario, aunque, naturalmente, una cosa depende de la otra.

De manera, que los resultados no pueden ser peores, cuyos egresados, penosamente, terminan su carrera con una formación tan precaria que en la práctica son analfabetos funcionales.

Lo peligroso del fenómeno es que la sociedad está frente a médicos que puedan matar al paciente, ingeniero civil que construya una obra que puede caerle en la cabeza en cualquier momento a sus propietarios y un abogado que no puede asesorar idóneamente a su clientes y en consecuencia poner en peligro, por su poca formación, la tutela judicial efectivo, el debido proceso y el derecho a la defensa.

De manera, que el asunto no es como se puede ver a simple vista, sino que se trata de una deficiencia que aparte de hablar muy mal de toda la sociedad, amenaza la seguridad nacional, todo como resultado de un problema integral que impacta a todo el Estado.

Lo grave del problema es que no se ven soluciones fáciles en el camino, porque además la explicación de una educación superior fundamentada más en el negocio vulgar que en un plan nacional para lograr los índices de desarrollo del mundo competitivo de hoy, es parte de una cultura nacional y de un neoliberalismo salvaje que se lleva de paso todo lo bueno.

La realidad es que no es posible poner en orden las universidades nacionales, ya que en el país todo está contaminado con la politiquería, de arriba hacia abajo y lo contrario, de abajo hacia arriba.

Se impone entonces la siguiente pregunta: ¿Quién nos sacará del tremendo tollo de la educación superior nacional, aunque la respuesta más realista es que no hay una respuesta convincente y que satisfaga.

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Editorial

El Oncológico es un espejo de un problema de un gran alcance.

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No son pocos los conflictos originados en sindicatos, clubes culturales y deportivos, cooperativas de ahorros y préstamos y los propios partidos políticos, que son asaltados por grupos de personas que los usan con fines muy particulares.

Puede decirse que se trata de un cáncer que resulta complicado erradicar, con el agravante que esa mala práctica es reproducida cuando personas con la misma filosofía de vida llegan a la administración pública, lo que explica la gran cantidad de casos de sustracciñn de fondos del patrimonio público.

Realmente el país está copado por los que piensan que deben llegar a este tipo de instituciones, las cuales no tienen fines de lucro, para manipular sus recursos y creerse incluso que es algo que legítimamente les pertenece.

Un ejemplo muy elocuente al respecto son los partidos políticos, los cuales son manejados como empresas privadas y propiedad de particulares, pese a que en  realidad se trata de una figura que está legalmente regulada y que no puede ser jamás un patrimonio personal.

Pero el mismo problema es encontrado por doquier, cuyos propiciadores de este tipo de conducta sumergen a la sociedad en un gran dolor de cabeza.

El asunto ahora se puede ver con lo que ocurre en el Patronato Cibao contra el Cáncer, cuya institución juega un papel de primer orden para combatir una enfermedad tan severa y mortal como esa.

El problema del Oncológico del Cibao ha entrado ya a los tribunales competentes y sólo se espera un desenlace que tal vez no sea la panacea al problema, porque se van unos con un criterio equivocado en el manejo de este tipo de organizaciones, pero llegan otros que no difieren, absolutamente en nada, en la forma de ver el asunto.

Independiente de cual sea la decisión del tribunal que conoce el caso, debe admitirse que la sociedad dominicana está frente a una cuestión que lesiona lo más profundo de la sensibilidad humana, sobre todo porque no hay ningún tipo de arrepentimiento.

Hoy ha salido a la superficie el conflicto en el Patronato Cibao contra el Cáncer, pero la raíz del conflicto, con una explicacion profundamente cultural,  es que una gran cantidad de instituciones sin fines de lucro hoy permanecen asaltados por grupos de «vividores» que  ponen en tela de juicio las  bases de la dominicanidad.

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